Revista Cine
Título original:
El clan
Año:
2015
Fecha de estreno:
13 de Noviembre de 2015
Duración:
110 min
País:
Argentina, España
Director:
Pablo Trapero
Reparto:
Guillermo Francella, Peter Lanzani, Inés Popovich, Gastón Cocchiarale, Giselle Motta, Franco Masini
Distribuidora:
Warner Bros. España
En reiteradas ocasiones y desde sus orígenes, el séptimo arte ha intentado glorificar la vida de la mafia. La saga ‘El padrino’ o la más reciente ‘Camino a la perdición’ han jugado con la idea de mostrar las fechorías de seres despreciables como un atrayente espectáculo en el que el crimen y la delincuencia son la ineludible vía de escape de una organización criminal marcada por la fascinación que generan sus integrantes. “La familia” convertida en una especie de institución divina, una suerte de panteón donde los diferentes integrantes participan de un seductor juego de poder y rivalidad. En ‘El clan’, Pablo Trapero, director de la notable ‘Carancho’, parte de una historia real para adentrarse en una de estas organizaciones y transmutar, si cabe, esta mitología inherente al género en algo mucho más familiar y aterrador.
Recrearse en los secuestros y posterior cautiverio de las víctimas hubiera sido el camino fácil para contar este mediático suceso que azotó a la sociedad argentina a mediados de los años ochenta. Sin embargo, el director, que firma también el guion, analiza la figura del cabecilla del clan y las relaciones que mantiene con el resto de miembros implicados de manera directa o indirecta en las actividades delictivas, especialmente con su hijo mayor, Alejandro, un joven que se ve arrastrado por la situación, pero que al mismo tiempo la trivializa para mantener su orquestado estatus de bienestar. Todo ello, no desde una perspectiva rimbombante y trágica, sino desde la más absoluta cotidianidad. Arquímedes Puccio (Guillermo Francella) es más perturbador cuanto más se aleja de la imagen del idealizado mafioso y se acerca a la del vecino de al lado, un tipo corriente que barre la puerta de su casa, protege a sus hijos y se mantiene correcto en los encuentros sociales.
Las películas “basadas en hechos reales” tienen un hándicap común: la necesidad de atenerse a la realidad documentada. El historial delictivo de la familia Puccio se resume en tres secuestros que terminaron en asesinato y la liberación de una cuarta víctima tras la detención de la banda. Lejos de crear un retrato pormenorizado de los afectados para motivar una mayor empatía hacia ellos, Trapero se vale una vez más del ambiente familiar y de pequeñas anécdotas, como el encuentro del padre con su hija pequeña para preocuparse de su alimentación mientras a escasos metros un hombre llora desconsolado y maniatado a una bañera, para crear un relato aséptico y lleno de maldad sobre la codicia y la crueldad de la condición humana. Las víctimas no son más que presas indiscriminadas de una familia sin escrúpulos ni códigos éticos que se rige por la ley autoimpuesta de un patriarca común.
Aun así, el guion tiene una buena capacidad de síntesis, dando a todos los acontecimientos el tiempo necesario para captar la atención del espectador y explicar de forma pausada, pero sin reiteraciones ni tiempos muertos, los pormenores del caso. La puesta en escena del director, jugando con los elementos cristalinos o las posibilidades que ofrece el interior de un coche, mantiene de forma notable la tensión y potencia con muy pocas pinceladas esa idea de thriller dramático de alto voltaje que se resuelve con un tramo final impactante y certero.
El resultado final no hubiera sido tan redondo sin la absoluta entrega de su protagonista, un Guillermo Francella en estado de gracia que se mimetiza con un personaje del que se intuye, tras su máscara impertérrita de frialdad constante, un sinfín de emociones. Una interpretación contenida de la que se extrae la viva imagen de un psicópata que mantiene sus desaforados instintos atrapados al borde de la superficie. Por su parte, el joven Peter Lanzani, resiste estoicamente los envites del tour de force interpretativo que mantiene junto a su padre en la ficción.
8/10