Revista Cine

El cliché que yo ya vi/CII

Publicado el 13 marzo 2012 por Diezmartinez
El cliché que yo ya vi/CII
Abraham Sánchez Espinoza (@Buster_Chaplin) propone: 
♫ Pájaros frente a mi pantalla, saltando de una escena a otra ♫. Mi intención es que usted lea las líneas anteriores con la melodía de esa bella canción que aparece en aquella película de Las Buenas Hierbas, pero como supongo que pocos recordarán la melodía, sirvan sus versos para ejemplificar el cliché que nos ocupa a continuación: los pájaros que, con su lenguaje transparente en que no dicen nada, se comunican sin hablar. O en términos más mundanos: el lenguaje sin palabras del vuelo de los pájaros que suele usarse en el cine para expresar el anhelo de libertad, aunque sea en tomas intrascendentes que sólo sirven como transición de una escena a otra.
Los pájaros nos tienen tan ciscados que en ocasiones uno piensa que está observando el cliché en acción cuando uno en realidad no lo esta viendo. Por ejemplo, en el documental Tierra de los Padres donde la gente lee textos frente a la tumba de famosos personajes argentinos dentro de un cementerio, hay un momento en el que, en un plano fijo, un pájaro se atraviesa de un lado a otro. Luego de ver el cliché repetirse con tanta vehemencia uno piensa en él de inmediato, pero en realidad uno sólo esta viendo al mugroso pájaro que se atraviesa en la toma, pues no es la intención del fotógrafo retratar al ave. Por eso al cliché usualmente hay que delimitarlo, por lo que van las reglas del mismo: la toma deberá contener el vuelo de los pájaros o centrarse en los mismos; en caso de que aparezcan los personajes, la toma deberá estar más interesada en seguir a los pájaros; y la toma se usará sólo para pasar de una escena a otra, por lo que aunque sea bella o exprese el anhelo de libertad, terminará siendo intrascendente, pues podría no estar ahí.
El origen del cliché pareciera estar en esas ganas de retratar la naturaleza, pues uno hasta se imagina al cineasta diciéndole a su fotógrafo: “mira esos pájaritos volando, qué bonitos se ven, saca la cámara y fílmalos y a ver si podemos meterlos en alguna escena de la película”. Por lo mismo la eficacia de este cliché suele estar en la belleza de las imágenes. Sí, usted verá una toma con pájaros volando que no tiene mucho que ver con la historia, pero que está ahí porque los pájaros se ven rete bonitos, pero el chiste está en qué tan bien los retrata el fotógrafo. Por ejemplo, no es lo mismo cuando uno ve que alguien nada más sacó la cámara en friega para tomar a los pajarillos que cuando hay evidencia de que el director le dice a su camarógrafo que necesita específicamente una toma bien pensada con pájaros volando en la gran ciudad. Y ahí tenemos al pobre fotógrafo buscando alguna locación donde los pájaros suelan volar o algún material de archivo que cumpla con las especifícaciones del director.
Por estas mismas razones es que cuando uno ve el cliché aplicado por alguien como el Chivo Lubezki en El Árbol de la Vida uno se queda embobado pensando cómo le habrá hecho para cumplirle el capricho a Terrence Malick y tener el impresionante vuelo de los pájaros en un encuadre perfecto mientras al fondo vemos un impactante edificio de una gran urbe y seguimos a la parvada alejarse poéticamente en el mismo tono en que se cuenta todo. Cuando el cliché no tiene este tipo de afortunadas oportunidades puede manipularse en el estilo en que lo hace Tan Fuerte y Tan Cerca donde, en un plano cenital, vemos al protagonista, quien acaba de iniciar el viaje para entender la muerte de su padre. El niño está a punto de entrar a un edificio pero la toma está más interesada en seguir el vuelo de una paloma que evidentemente alguien de la producción está lanzando al vuelo en el moento justo para que siga el caminar del niño, representando su anhelo de encontrar paz.
Si usted ya está refunfuñando que estos son clichés exclusivos de oscareables películas hollywoodenses no esté tan seguro. En el reciente FICUNAM, un festival que propone traer cine de vanguardia a las pantallas nacionales un servidor observó el cliché repetirse una y otra y otra vez. La cinta inaugural Cumbres Borrascosas nos lo receta entre uno de los múltiples paseos a pie de los protagonistas donde vemos el vuelo de los pájaros contrastando con los personajes que nunca serán libres por su amor imposible. En El Lenguaje de los Machetes lo vemos en un paseo que dan los protagonistas a la playa y la misma situación en El sueño de Lú donde uno puede argumentar que los pájaros son parte del paisaje, pero la cámara está más interesada en seguir a los pájaros que a los protagonistas y se usa como transición de una escena a otra pues los protagonistas van en lancha de un lugar a otro, por lo que el cliché aplica con lujo de detalle. Bestiario tiene el pretexto de contemplar múltiples animalejos, por lo que es importante saber que el cliché no aplica para otros animales como cuando Herzog nos receta asi nada más porque sí una iguana en la autopista de Enemigo Interno, pero aplica a la perfección en la propia Bestiario, cuando los animales del zoológico son mostrados libres y vemos otra méndiga toma de pájaros volando. En Ánima casi podría apostar que el fotógrafo sacó la cámara en friega para tomar a dos lindos pájaros callejeros descansando plácidamente en el cableado eléctrico de los postes de luz. En el documental Memorias del Futuro no se puede evitar ver el vuelo al principio y casi al final como para recalcar el anhelo de liberarse de la violencia a la que se encamina el país. El colmo de los colmos ocurre en el cortometraje Piel Rubí de Eve Heller donde todo lo que vemos son escenas de transición o una historia contada de forma que pareciera que alguien estuviera usando el control remoto y cambiando los canales. Casi hasta el final no se puede evitar ver una toma con pájaros volando y de inmediato volvemos a cambiar de canal, para reflejar lo intrascendente de la toma, como si irónicamente nos dijera que la cosa está a punto de terminar, acaso ironizando también sobre el cliché. No importa qué tan vanguardista seas: siempre habrá algún lugar común como punto de encuentro. Méndigos pájaros.
Hay quienes ingenuamente pretenden evitar el cliché, pero en realidad es el mismo reflejando la intención opuesta. Si usted ve algún cuervo en vez del usual pájaro, la intención es distinta pero el cliché permanece: los cuervos normalmente indicarán que algo malo está a punto de pasar. En la notable Elena la toma inicial nos receta el cliché, pues vemos a un cuervo parado en un árbol y al fondo la ventana de una casa. La toma es larguísima y no le encontramos mucho sentido, pero al final de la misma vemos que al cuervo que permanecía en el árbol se le une otro cuervo. En cierta forma el final de la cinta justifica la toma: tenemos un cuervo al que se le uno otro cuervo (que conste que no le estoy arruinando nada a menos que adivine quién es el cuervo). En la taquillera Con el Diablo Adentro también tenemos el vuelo del cuervo como para decirnos que ahora sí va en serio aquello de la posesión satánica y cosas muy malas están por suceder.
En De Jueves a Domingo le dan una magnífica vuelta de tuerca: nos lo presentan sin que lo veamos. La niña protagonista descansa plácidamente mientras platica con un simpático niño que habla un francés atropellado. Ambos reposan en el suelo mirando al cielo y vemos a la niña platicarnos el cliché. La niña le comenta al niño que está observando a los pájaros y como para expresar el deseo de libertad le habla de las muchas ganas que tendría ella de ser como ellos, convirtiendo una toma que usualmente es intrascendente en una bellísima escena trascendente, aunque un servidor ya está tan ciscado que no pudo evitar pensar: “Carajo, ¡ otra vez los pinches pájaros !”.

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