Revista Cine
Abraham Sánchez Espinoza propone el siguiente cliché:
Qué te ha dado esa canción: Pedro Chávez ha sido abandonado por su mejor amigo Luis Macías, nuevamente por un lío de faldas. Mientras Pedro se encuentra reflexivo en la fonda donde suele comer pozole, suena en el radio la canción: “Que te ha dado esa mujer”, al tiempo que vemos que en otro sitio, Luis escucha la misma canción en el radio. De pronto, como si ambos supieran lo que pasa, comienzan a cantar y la pantalla nos muestra a ambos en misma habitación, mirándose a los ojos. Por supuesto que al terminar la canción, Pedro desaparece y gracias al poder de la canción, pide su pozole en la fonda, sabiendo exactamente lo que tiene que hacer para arreglar las cosas con su amigo. La secuela de una de las cintas esenciales del cine mexicano nos presenta así una de mis versiones predilectas del cliché que nos ocupa a continuación: la película que toma su título de una canción que ya existía previamente.
Una variación y otro de mis ejemplos favoritos aparece en una cinta francesa donde una excepcional Kristin Scott Thomas, interpretando a una mujer que acaba de salir de prisión, no encuentra cómo relacionarse con el mundo exterior, ni con su familia. De pronto, se encuentra cantando al piano junto a su hermana “À la claire fontaine”, recordando como lo hacían cuando eran niñas, mientras su sobrina baila al ritmo de la canción infantil en una emotiva escena que nos hace sentir la cercanía que buscan recuperar las hermanas. “Il y a longtemps que je t'aime”, toma su nombre no del título, sino de una de las frases de la tradicional canción infantil, siendo pues una variación del cliché.
Hay quienes llevan las cosas al extremo basando toda la película en la canción, como ocurre con “Pedro Navajas”, que a fin de cuentas era un homenaje a otra famosa canción alemana conocida de este lado del charco como “Mack the Knife” y que aparecía en la obra de teatro “La ópera de los tres centavos”, la cual ha sido llevada al cine en múltiples ocasiones -esos gángsters de barrio son muy filmables. Otros, como Coppola en “Peggie Sue Got Married”, toman el título de la canción, y ya encarrerado el ratón, con ese toque rocanrolero de la época en el que se sitúa la cinta, pues también le pone el nombre a la protagonista, hace que se case y que viaje por el tiempo, aunque eso último no era parte de la canción ¿o si? Bien podría haberle puesto Susie Q y nadie se hubiera quejado.
"Detroit Rock City" por su parte justifica su título con un grupo de adolecentes tratando de colarse a un concierto de Kiss en Detroit,"Jennifer's Body" lo hace con esa actitud de perra que tiene su protagonista que está en sintonía con Courtney Love, quien canta la canción de Hole. "Stand By Me" toma ese mensaje aspiracional de la canción de Ben King, "Fools Rush In" lo hace tomando la ingenuidad cómica de la canción de Ricky Nelson. "Problem Child", teniendo como protagonista a un niño con la misma energía devastadora de AC/DC. La horrorosa "My Best Friend's Girl", con su trama sobre un sujeto que le baja la novia a su amigo, usando la canción de The Cars, pues usar la de los Sinners en semejante bodrio si hubiera sido un pecado.
Claro que la canción no necesariamente debe hacer su aparición durante la película o tomar el espíritu de la misma. Una película en tercera dimensión sobre moscas que quieren ir a la luna poco tiene que ver con la canción de Sinatra “Fly me to the moon” y eso no impide que se robe su título. Un documental submarino en tercera dimensión como “Under the sea 3D” sin embargo, sí puede decir con orgullo que toma su espíritu festivo de la canción de "The Little Mermaid”. Y hablando de canciones que roban su título de unas que fueron originalmente compuestas para otras películas, ahí tenemos a “Eye of the Tiger”, canción original de “Rocky 3”. Y no, esa no estaba en 3D.
¿No sabe que título ponerle a su documental sobre una banda de rock?. Sencillamente siga la fórmula y use una canción de su último álbum o de una las conocidas: “Blur: No Distance Left to Run”, “Metallica: Some Kind of Monster”, “Café Tacuba: Seguir Siendo”, “Alex Lora: Esclavo del Rock & Roll”, “Rolling Stones: Shine a Light”. Si usted quiere hacer una biopic de su cantante favorito la misma fórmula aplica con un poquito de gracia: Johnny Cash con “Walk the Line” o Ritchie Valens con “La Bamba”. Claro que hay biopics que no son de cantantes pero eso tampoco impide robar el título de alguna canción, como sucede con Edie Sedgwick en “Factory Girl” o con Andy Kaufman en “Man on the moon”, aunque en este caso la canción de R.E.M., escrita años antes, si había sido dedicada al comediante.
¿Quiere usted hacer un musical con las canciones de su grupo favorito? ABBA con la insulsa “Mamma Mía” o The Beatles con “Across the universe” son buenos ejemplos. Y es que el cuarteto de Liverpool encabeza el salón de la fama de este cliché con sus cintas: “A hard day's night”, “Help!”, “Magical Mystery Tour”, “Yellow Submarine”, “Let It Be” o hasta “Imagine” ya con Lennon en solitario, e inspirando el título de otras como “Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band”. “P.S. I Love You” también es canción de los Beatles, pero en este caso el libro y la película lucen más inspirados en la melodía escrita por Gordon Jenkins e interpretada originalmente por Billie Holiday, aunque es el cover de Nellie McKay el que aparece en la cinta. Hablando de drama romántico no podemos olvidar a “Pretty Woman” que roba su título de la famosa canción de Roy Orbison, aunque también lo tenemos en su versión infantil en “My Girl”, con la bella música de los Temptations.
Algunas veces el robo es un mero capricho del director, como Michael Bay que teniendo a Will Smith y a Martin Lawrence de protagonistas, le entra la onda reggae con “Bad Boys” de Inner Circle en la pareja dispareja de policías, lo cual es otro cliché. Drew Barrymore, por su parte, demuestra su amor por los ochentas en más de una ocasión y si bien el título de su debut como directora es un movimiento especial en la lucha en patines, que coincida con el título “Whip It” de Devo es un plus del cual seguramente se siente orgullosa. Kimberly Peirce lo intenta con la onda gótica de The Cure en “Boys Don't Cry”, aunque alguien debió avisarle a Kim que esa canción de The Cure ciertamente tiene poco de gótica. Lo gótico ochentero inevitablemente nos recuerda a la canción “Mátenme porque me muero” de Caifanes, que es un buen ejemplo del cliché al revés en versión circular: Primero fue una cinta de Ismael Rodríguez protagonizada por Tin Tan, luego vino la canción de Caifanes y luego vino otra cinta, con Pedro Weber Chatanuga.
En una muestra de que robar títulos de canciones para una película sigue más vigente que nunca, tres de los estrenos de esta semana hacen lo propio. “The kids are allright” toma el espíritu festivo de The who, en una comedia con un sensacional hipster hipioso incluído en el paquete, cortesía de Mark Ruffalo. “Morning Glory” bien podría ser uno de esos casos meramente accidentales pues podría tomar su título de la canción de Tim Buckley, apropiada para un café mañanero acompañado del programa de revista matutino de la cinta, pero también podría tomarlo de la canción del grupo Oasis o hasta de la cinta del mismo nombre que le hiciera ganar su primer Oscar a Katharine Hepburn: ¿acaso el cliché circular está de vuelta?. “Never Let Me Go” también es un caso especial, pues toma su título de una canción ficticia cantada por una artista ficticia llamada Judy Bridgewater en la novela de Ishiguro, pero en la película la canción es interpretada por Jane Monheit y escrita hace años por Luther Dixon. Para hacer las cosas más confusas, Monheit ya había interpretado otra canción también llamada “Never let me go” en su álbum “Never Never Land”.
Podríamos agregar una cuarta si tomamos en cuenta que “Battle of Los Angeles” también es el título de un album de Rage Against the Machine, pero sabemos que la cinta se inspira más bien en el rumor de que en 1942 los extraterrestres atacaron la ciudad. Caso similar con “American Beauty”, que también es el título de un disco de Grateful Dead, pero que toma su título de una variedad de rosa. Asi que si quiere usted agregar como variación del cliché a películas que toman el título de un álbum, vaya a la segura y agregue aquellas que se basan en discos conceptuales, como “Tommy” de The who, “The wall” de Pink Floyd” o la anunciada “American Idiot” de Green Day.
Mejor me despido antes de que me lancen pedradas por alargarme demasiado, lo cual es un cliché personal mío: asi que bye bye American Pies.