Revista Cine
Abraham Sánchez Espinoza propone el siguiente cliché:
Ser o no ser... libre: En una escena clave de El Lince Perdido, una lince le cuestiona a Noé como es que se atreve a encerrar a los animales en su arca, a lo que Noé le responde que lo hace para salvarlos de su extinción, pues ¿de qué sirve ser libre si no se puede vivir? Lincessa, nombre del personaje, le cambia la jugada a Noé y le hace la pregunta a la inversa: “¿Y de qué sirve vivir sin libertad?”
Resulta curioso que otro de los estrenos de esta semana gire más o menos en torno al mismo tema: el libre albedrío vs. el destino. En Los Agentes del Destino (The Adjustment Bureau), en vez de tener a Noé manipulando el destino de los animales para salvarlos de su extinción, la tarea la realizan un grupo de agentes secretos enviados por Dios, convertido en un burócrata conocido como “El Presidente”, quienes manipulan a los humanos para salvarlos de su propia extinción.
En ambos casos, los malos de la película se aseguran que todo vaya de acuerdo con el plan, pues todos tenemos un destino que cumplir y no podemos elegir... ¿o sí? Claro que el tema no es nuevo y por eso no sorprende tanto verlo por partida doble en la misma semana. Por algo es un cliché propio de la ciencia ficción y un buen tema de discusión en la filosofía.
Determinismo (todo está escrito y el azar no puede existir) vs. Libre Albedrío (uno fabrica su propia suerte) es la cuestión y el cliché suele ser el tema de muchas películas de viajes en el tiempo. En La Máquina del Tiempo (The Time Machine), un pobre diablo viaja al pasado para intentar evitar que su amada muera, pero por más que trata de evitarlo, ella muere una y otra vez, provocando que el tipo viaje al futuro en busca de respuestas, pues parece que su destino es morir de una u otra forma, ¿pero por qué?.
Algo similar ocurre en Rewind (Los cronocrímenes), filme en el que un pobre diablo viaja una y otra vez al pasado, tratando de arreglar lo que salió mal luego de encontrarse con lo que parece ser un asesino, complicando más las cosas, pues conforme avanza la cinta, vemos que el primer viaje es el que va desatando todo el caos, lo que se convierte en un loop del demonio que parece no tener fin.
El destino juega también un papel crucial en Terminator, cuyo final es un extraordinario giro de tuerca de hombre vs destino que hace que todas sus secuelas sean innecesarias, incluyendo la segunda parte.
Hay dos viajeros en el tiempo más que terminan aceptando su destino: El de Te Amaré por Siempre (Time Traveler's Wife) viaja de manera espontánea de cuando en cuando: al pasado, al presente y al futuro. El primer viaje provoca la muerte de su madre, pero rápidamente entiende, gracias al consejo que él mismo se da, que no se puede cambiar lo que ya pasó, aunque eso no lo anima a dejar de intentarlo.
El segundo es el de Hechizo del Tiempo (Groundhog Day), que se ve obligado a repetir el mismo día una y otra vez, en una broma cruel del destino, pues hasta morir le está prohibido. Sin importar lo que haga, terminará despertando a las 6 de la mañana para encontrarse de nuevo con que es el 2 de febrero.
Hay otros que son manipulados por un escritor, como sucede en Más Extraño que la Ficción (Stranger than fiction), cinta en la que el protagonista se da cuenta que su vida está siendo escrita por una autora que está a punto de asesinarlo; o el paranoico de la reciente This Is Not a Movie, quien se da cuenta de que es un personaje dentro de una película, mientras reflexiona sobre su identidad en lo que parece ser el fin del mundo.
Lo que tienen en común todos estos personajes es que a ninguno le importa si el destino en verdad ya está escrito. Todos ellos están dispuestos a pelear usando las opciones a su disposición para intentar cambiar las cosas; es decir, no están dispúestos a dejarse manipular por una fuerza suprema sin dar batalla.
Claro que a veces resulta inútil, como en Un Hombre Serio (A Serious Man), en donde la mala suerte que aqueja al personaje lo lleva a una igual inútil búsqueda de respuestas y Dios se niega a responderle. Claro que el camino opuesto tampoco es más luminoso, pues en De un Día para Otro (Du jour au lendemain), es la repentina racha de buena suerte lo que hace sufir al protagonista, quien también busca inútilmente respuestas a su sufrimiento, tras esta cruel broma del destino.
Pero claro que tampoco siempre ocurre que los personajes den batalla, pues en la también reciente Nunca Me Abandones (Never Let me go), una profesora le indica a sus alumnos que la mayoría de las personas pueden elegir su empleo, pero ellos no. Su destino ya ha sido decidido por otros humanos y ellos lo aceptan sin poner demasiada resistencia, pues han sido condicionados para ello.
¿Nosotros creamos nuestro propio destino o todo está predeterminado?. Para Woody Allen en Match Point hay un tercer camino, pues no es ni el destino ni lo que uno haga lo que determina la fortuna, sino el azar mismo, y Allen lo lleva hasta sus últimas consecuencias en una de sus últimas grandes películas. Por su parte, Danny Boyle en Quisiera Ser Millonario nos da de inicio las tres opciones: el protagonista ha llegado a este punto gracias a que sabe lo que hace, a que ha tenido suerte o a que ya todo estaba escrito. Boyle, al igual que Allen, nos entrega su opinión al respecto al final de su película.
Sea que uno controla su destino o es una cruel marioneta de una fuerza superior, el cliché es uno de los ganadores, asi que no esperen oír lo último de él. Vaya, hasta una de las cintas favoritas del titular de este blog, Minority Report, gira en torno a este cliché.
Suerte, decisión o destino, ¿usted cuál elige?.