Se hacen llamar “Freedom Caucus”, nadie sabe cuántos son realmente, pero su deriva hacia el espectro más conservador y una disciplina religiosa los ha convertido en los responsables de una rebelión interna que podría cambiar al Partido Republicano de Estados Unidos.
La Cámara de Representantes tiene medio centenar de caucus -grupos de legisladores que se reúnen con la intención de avanzar unas políticas concretas- en temas tan diversos como los que defienden el Caucus de la Artritis o el Caucus del Cemento.
Pero es el “Freedom Caucus” (Caucus de la Libertad), creado este año y apodado el “Club de la Lucha”, el que está haciendo temblar los equilibrios de poder en Washington y ha conseguido la rendición de tres líderes republicanos a los designios de su agenda ultraconservadora.
Del grupo solo se conoce abiertamente el nombre de los nueve congresistas fundadores y que son herederos de la ideología conservadora en asuntos fiscales y sociales del movimiento de “Tea Party”, nacido en 2010 con la idea de desafiar al “establishment” republicano (políticos consolidados en los círculos de poder de Washington).
Uno de sus miembros comentaba este verano en condición de anonimato a la publicación especializada en el Congreso “Roll Call” que la opacidad del grupo era vista por los miembros como una fortaleza y un modo de confundir a los líderes del Partido Republicano y poder asestar mandobles más efectivos.
“Los pintan como la extrema derecha, radicales y extremistas, pero son un producto de una tendencia dentro del partido” que fraguó en 2010 y se refleja en la fuerza de precandidatos como Donald Trump o Ben Carson, comentaba en un artículo de opinión la semana pasada Jeremy Carl, investigador de la Hoover Institution.
Los miembros, unos cuarenta, representan al sesgo más conservador del Partido Republicano y en muchos casos tienen como hilo conductor representar a distritos rurales y de amplia mayoría blanca.
La disciplina de estos cuarenta miembros del “Club de la Lucha” hace que sean vitales para alcanzar la mayoría de 218 votos que, sin ellos, los 247 republicanos no tendrían para avanzar leyes o decisiones sin tener que acudir a la bancada demócrata (188).
Si el 80 % de los miembros se inclinan en un cierto sentido, el grupo en bloque se compromete a seguir ese camino, una norma que desoye lealtades de partido y busca consagrar en el Legislativo una máxima del “Tea Party”: el desdén por lo que llaman las élites.
Es por ello que, en menos de un año de existencia, este opaco grupo orquestó la intriga palaciega que acabó obligando a la dimisión del presidente de la Cámara Baja y tercero en la línea sucesoria a la Presidencia, el republicano John Boehner.
Igual suerte corrió el favorito para suceder a Boehner, Kevin McCarthy, quien se retiró vapuleado en los pasillos y corrillos del Capitolio por el “Freedom Caucus”.
No ha sido hasta ahora, con el compromiso de apoyo de más de la mitad de miembros de “Freedom Caucus”, que el congresista Paul Ryan ha decidido presentarse al puesto, que se encarga de imponer disciplina y legislar de manera cohesionada en un partido cada vez más caótico.
Según un análisis del espectro ideológico del Congreso realizado por el Centro de Estudios Pew, los miembros confirmados del “Freedom Caucus” tienen una media de ideología conservadora muy superior a la del resto de sus compañeros (0,66, siendo 0 el extremo más liberal y 1 el más conservador).
El estudio también revela que los miembros del “Freedom Caucus” tienen menos años de experiencia en el Congreso que el resto de sus compañeros de partido.
Ese rasgo los convierte en un movimiento más osado a la hora de plantar al presidente de EE.UU., Barack Obama o, como el caso de el congresista Paul Gosar -uno de sus miembros-, al mismísimo papa Francisco el mes pasado.
El sistema y la tradición política estadounidense, en la que los legisladores responden ante los votantes de su distrito electoral, ha hecho que la disidencia no sea algo extraño, como ocurre con los “Perros Azules” de la bancada demócrata, que se inclinan por política conservadoras.
Pero el “Freedom Caucus”, con un discurso en contra de un mayor Gobierno y que desdeña Washington como origen de todos los males, hace temblar las estructura del Partido Republicano en un momento especialmente delicado, en plena campaña electoral con vistas a las elecciones presidenciales -y legislativas- de noviembre de 2016.
Via:: Colombia