“Cuando mi madre murió no pudo leerse su obituario en ningún periódico ya que no era una persona célebre o famosa. Lo que si era es una persona extraordinaria, y esto es cierto para la mayoría de las madres. Este libro es mi pequeño homenaje a nuestras conversaciones y a ella, pero también a todas esas madres ordinarias que son extraordinarias”.He de confesar que antes de empezar a leer el libro tenía cierto temor a enfrentarme al relato de los dos últimos años de vida de la madre del autor, después de haberle sido diagnosticado un cáncer de páncreas. Pero El club de lectura del final de tu vida no es un libro fatalista ni de lágrima fácil (y os lo dice una que se emociona con poca cosa). Es una historia conmovedora y honesta que nos presenta a una Mary Ann con miles de proyectos en marcha, en su mayoría benéficos, viajando a lugares como Afganistán, Birmania o Bosnia, pilar indiscutible de su familia (me encanta la comparación que hace Will de su madre con un aeropuerto, donde ella controla todas las salidas y entradas) y sobretodo, lectora voraz de todo tipo de literatura.
El libro nos explica cómo vivirán la enfermedad la protagonista y su familia, y cómo, de manera casual, Will y su madre aprovecharán las largas sesiones de quimioterapia para compartir sus lecturas y para crear, sin darse cuenta ellos mismos, un particular club de lectura al que asistirán sólo ellos dos. Hablar sobre libros no sólo les servirá para cambiar impresiones sobre las lecturas, sino que será el pretexto para abordar aquellos temas que les preocupan o que no se atreverían a compartir de otra manera.
El club de lectura del final de tu vida es un libro lleno de sensibilidad y de ternura. Una lectura plagada de emoción que también nos hace pensar en los libros que nos han marcado de alguna manera a lo largo de nuestra vida.
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