Revista Opinión

El Club Vil de Ver (Capítulo II)

Publicado el 23 noviembre 2013 por Felipe Alcalde @ALCALDEArt

Tomó la palabra Satán, con una encantadora y melodiosa voz:
-Me complace que hayáis comparecido a esta la que, espero, resulte una fructífera velada. Como sabréis todos, excepto tú, nuestro nuevo invitado –dirigiéndose a mí –, os he convocado para nuestra tradicional reunión anual; con el fin de decidir los avatares que transcurrirán durante el año que entra. Toma la palabra el excelentísimo Inquisidor de la Santa Iglesia, Benedicto XVI.El cual se pronunció como sigue:
 
-Si bien algunos pormenores han podido escapársenos de las manos, estoy convencido de que el presente año ha transcurrido tal cual como quedó expuesto en los Presupuestos Generales de nuestra anterior reunión. Siendo, sin duda, un nuevo éxito de las planificaciones que aquí tienen lugar, y de las que nadie tiene potestad para escapar. Cedo el turno de presentaciones, como es habitual, a nuestro querido Sereno, San Pedro.Que dijo así:-Es un noble placer el poder asistir de nuevo a esta reunión. Exulto de gracia en nombre de la divina virtud que nos ha sido concedida. Doy gracias una vez más a Satán, por convocar este elitista encuentro; y muestro mi reverencia hacia los aquí presentes, damas y caballeros.Tras oír esto último, Benedicto y el propio San Pedro no pudieron evitar estallar en carcajadas, forzando a Satán a actuar de moderador; haciéndose, más evidente aún, que era allí la máxima autoridad.-¡Silencio, por favor! ¡Vosotros dos, parece que no aprenderéis nunca! ¡El único motivo por el que no he convocado también a María la Magdalena, es para que no acabemos a tortas, como en la reunión de hace tres años! –A lo que añadió, tras retomar la calma –Ruego un respetuoso silencio, al menos hasta que no comience el siempre edificante y candente ciclo de discusiones. Toma la palabra Juan el Evangelista.Este no se comportó de igual modo que los anteriores, pues se levantó de su asiento, empujando la silla hasta la pared –unos treinta centímetros como mucho –y, como haciendo gala de estar especialmente dotado para el discurso de Asamblea; adoptó pose de orador para dar una elocuente presentación a su persona.-Yo, Juan, llamado el Anciano, me enorgullezco de compartir tan prometedora velada con los insignes varones que ante mí despliegan sus alas, plenas de sabiduría y altísimo deleite. Alas que antes, ahora y siempre, son las únicas que permiten volar al espíritu de nuestro inmortal intelecto.Parecía este el turno de Jesús. Tras un incómodo lapso de unos quince segundos sin que nadie hiciese ni dijese nada, se pronunció sin levantarse de la silla, al igual que los demás a excepción de Juan.-Hola, muy buenas tardes. Soy Jesús, hijo de José; y, por más que lo repito, nadie me toma en serio. ¡Soy Jesús, hijo de José!, ¡HIJO DE JOSÉ! ¡¡JOSÉ!! ¡J-O-S-É!. -¡Calla, pesado! –Ladró Benedicto – ¡La verdad sobre ti no le interesa a nadie! ¡¡Maldito hippie!! Tras lo que Satán, tras verse obligado a volver a poner orden, dijo con gesto grave:  -Lo que hay que aguantar… Da comienzo la reunión del año 20**. Primer punto del día: ¿Alguien ha traído buen vino?A esto, y como no podría ser de otro modo, respondió Jesús:-Moscatel romano del 83, diecisiete grados, mismos que la temperatura a la que recomiendan servirlo. Por cierto –agregó –es vino. Sólo vino. Prosiguió Satán:-Segundo punto del día: Condonación o continuidad de la deuda externa española.-¿Acaso bromeas? –Dijo Benedicto. ¿Es que no sabes, a estas alturas del cotarro que, sin crisis, nuestras ventajas descienden notablemente?-Así es –repuso Satán.-¿Y no sabes, igualmente, que si mi empresa se sale del negocio, tú te sales con ella?-Cierto –concluyó Satán. Procedamos, pues, a la votación. ¿Votos a favor de la condonación? –Alzó la mano Jesús. Juan miró para otro lado. Yo, como puro espectador, me abstuve, aunque la habría levantado también. -¿Votos en contra? Levantaron el dedo, rápidamente, Satán y los dos representantes de la Iglesia, San Pedro y el Inquisidor.-Denegada la condonación de la deuda española por mayoría de tres votos a uno.Tras una interminable sucesión de asuntos de esta índole –entre los que se mencionaron, por poner algún ejemplo, el ataque a Irán, la fusión de cierta cadena televisiva con no se cuál otra; así como estrategias económicas de gran alcance, la aprobación de dos constituciones, la nulidad de siete, la prohibición de fumar en bares en España, el nombramiento de diversos cabecillas a cargo de efectuar varios golpes de estado en países asiáticos y africanos, además de una ingente cantidad de cargos, entre las que figuraban directivos, alcaldes, diputados, presidentes, asesores, etc.; la subida del IVA y la congelación de un porcentaje de las becas de estudios, el elogio del helado de galleta María, el aumento de la edad de jubilación en los países de la periferia, la campaña publicitaria de “Amanecer Dorado” y otros muchos temas –, se dio paso al ciclo de debate y discusión. La cosa prometía, con personajes de tal calibre. Como por lo visto era habitual, las preguntas y los temas a debatir eran cosa del invitado de cada año, aunque los otros también pudiesen proponer algunos. Yo vendría a representar algo así como el invitado especial de la noche de algún programa televisivo. Y, al igual que estos, debían escoger a un invitado que crease polémica. Pues si no, no sé la razón por la que habrían de escogerme a mí.Continuará el próximo sábado 30 de noviembre

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