Empiezo a escribir esperando al Cobrador del Frac que quiere llevarse mi Audi A4 y el todoterreno BMW. Denuncio ante el mundo el militarismo del cobrador.
Peor va a ser cuando quiera echarme del piso adquirido con una hipoteca de 500.000 euros.
Que me sirvieron también para los muebles, los coches, dos cruceros con mi señora, uno por el Mediterráneo y otro por el Caribe, y un viaje a la Rivera Maya con los dos niños, que van a un colegio caro.
Pero se acaban las alegrías: primero me quedé yo sin trabajo, después mi señora, y ahora malvivimos del paro, que se nos acaba, y de la comida que nos da la Cruz Roja.
Antes teníamos un piso que nos había costado en pesetas lo que hoy son 40.000 euros, y lo vendimos por 150.000.
Fue un gran negocio y por eso fuimos a por uno mucho mejor, tanto que los gastos de comunidad nos pasaron de ochenta a 400 euros mensuales.
Ahora dicen que la deuda pública española está cerca de los 900.000 millones de euros, el 90 por ciento del PIB, y que la privada, la de los particulares como nosotros, llega a los 2,5 billones de euros, dos veces y media el PIB.
Cada uno de los 47 millones de habitantes del país debemos, según ese cálculo, 53.191 euros cada uno. Hay otros cálculos parecidos.
Yo no pago. Le aplicaré al Cobrador del Frac el método de Artur Mas: reclamo la Independencia, en mi caso individual, local o autonómica, y la disolución de España.
Uno de diputados europeos de Mas, con otros independentistas, ha denunciado ante la Comisión de que España quiere invadir militarmente Cataluña.
Tienen razón: Rajoy quieren enviarle a Mas el Cobrador del Frac, igual que a mí. ¡No pasarán!
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