Nos machacan a todas horas con la historia de que el coche eléctrico es el futuro, que sin ellos el planeta se va a pique y que se tienen que prohibir el resto de tecnologías porque la electromovilidad ya está lo suficientemente desarrollada para sustituir a todas las demás que emplean combustibles fósiles. Mentira tras mentira para convencer a la sociedad y rentabilizar las inversiones realizadas en una tecnología que apenas nacer, ya está sentenciada.
Al elevado precio de los vehículos (que pagamos en parte entre todos vía subvenciones), la falta de autonomía (incluso falsificando las certificaciones de los fabricantes) y la escasez de postes de carga (ni multiplicándolos por diez habría suficiente), se suma la escasez de materias primas necesarias para llevar a cabo esta transición.
Según la Agencia Internacional de la Energía (AIE), en el último año se han vendido 6,6 millones de coches eléctricos puros en el mundo, un 9% de la venta total, una cifra que triplica las de 2020. Según la AIE, para conseguir emisiones netas en el año 2050, el mundo necesitará haber vendido 2.000 millones de coches eléctricos.
Según un informe de la agencia especializada Benchmark Mineral Intelligence, para fabricar las baterías de esos 2.000 millones de coches, se necesitarían, aparte de las existentes, 336 nuevas minas de tamaño medio, a razón de 59 de litio que produzcan 45.000 toneladas de media anuales; 38 de cobalto a 5.000 toneladas; 72 de níquel a 42.500 toneladas; 97 de grafito en escamas naturales a 56.000 toneladas y 54 plantas de grafito sintético que produzcan 57.000 toneladas cada una al año.
En lo que se refiere al litio en concreto, la AIE asegura que, contando con las minas existentes y los proyectos en construcción, sólo se podrá satisfacer la mitad de la demanda para 2030. Teniendo en cuenta que las minas de litio tardan una media de 16,5 años para desarrollarse, llegamos tarde. Ya pueden correr si no quieren que el precio del litio despegue de manera incontrolada. No es de extrañar que hace unos meses, Elon Musk, uno de los principales beneficiarios de la moda del coche eléctrico, afirmara que el procesamiento del litio era como “una licencia para imprimir dinero”.
Pero es que no llegamos con el tiempo ni tampoco con la cantidad. El año pasado, la producción global de litio fue de 100.000 toneladas y se calcula que las reservas mundiales son de unos 22 millones de toneladas. Las baterías actuales se llevan unos 8 kilos del mineral. Un simple cálculo nos dice que, con la cantidad total de reservas, se podrían producir algo menos de 2.500 millones de baterías. Si quieren que en 2050 funcionen 2.000 millones de coches… Y no olvidemos que baterías de litio también usan los portátiles, los móviles, bicicletas, patinetes y todo tipo de cachivaches eléctricos.
“Que lo reciclen”, opinan algunos. Pues no está muy claro. Hasta la fecha, menos de un 1% de las baterías de iones de litio se reciclan en EEUU y la UE, mecas mundiales del reciclado. Inadecuada legislación, falta de tecnología y el coste del transporte de materiales peligrosos tienen la culpa.
Pero no seamos tan negativos. La tecnología avanza vertiginosamente, sobre todo cuando hay necesidad y proyectos como el de extraer litio de la mica o del agua del mar, donde se estima que hay 5.000 veces más litio que en tierra, se están empezando a desarrollar, aunque sus resultados los veremos a muy largo plazo, si es que los llegamos a ver. Quizá mejore el reciclado de las baterías usadas o se descubran nuevos sistemas de almacenaje de la electricidad. Pero lo que está claro es que, si nada mejora, en menos de una década nos daremos cuenta de que el coche eléctrico no ha sido la solución a nuestros problemas.