Autor: Blogracho Capítulo III: ¿POR QUÉ UN CORDERO?El Pequeño Príncipe se sonroja, es un niño que no responde a las preguntas, pero con algunas se sonroja. "Y cuando se sonroja, significa sí, ¿verdad?" dice Antoine de Saint-Exupéry. Es una pincelada de acuarela en las mejillas, un toque de intimidad, impúdico y punzante que vale como una confirmación. (Prólogo del Principito)
Y así fue que, con el libro entre mis manos y apenas en el prólogo, me encuentro con este Pequeño Príncipe y noto esa pincelada de acuarela en sus mejillas y me sonrojo.
También yo me sonrojo cuando algo me embaraza ¿sabes? De niño puede resultar divertido sentir ese fuego ligero quemarte las mejillas, pero de adulto, es vergonzoso embarazarse en ese modo.
También yo dibujaba cuando era pequeña ¿sabes? Hacía caricaturas. Y parecía que a los adultos les divertía verme dibujar, al menos hasta cuando les dije que quería ser una artista; en ese momento, y con la frente arrugada, me dijeron que los artistas en mí país solo pintaban las paredes de las casas, y que con este oficio no me alcanzaría para darle de comer a la familia, ni pasando un día. Entonces decidí que un día sería Presidente de la República; estaba segura de que con ese empleo daría de comer a todas las familias de mi país, y no solo a la mía; esta vez, con las arrugadas que les atravesaban la frente de una sien a la otra, escuché decirme - no te he educado para tragarte al pueblo como las anacondas, subida en un Mercedes y con corbata.
Los grandes nunca entienden nada por sí solos y los niños se cansan de tener que explicarles cada vez todo.*Sí. Yo también lo creo, Pequeño Príncipe. Cuánto nos parecemos los dos. Tú no respondes nunca a las preguntas y yo no me canso nunca de hacerlas...
¿Por qué un cordero? ¿Por qué no un conejo o un perro o un gato?
Ayer traté de dibujarme para que me conocieras. No tengo capa, ni vestido de princesa, pero tengo botas - a mí también me encantaban mis botas y ¡no me las quitaba nunca!... Me recordaba el Gato con Botas, y el Gato con Botas siempre me ha recordado el Gato sonriente de Alicia, de Cheshire, y viceversa. Sí, es extraño, pero es así que funciona mi memoria, haciendo asociaciones. Los gatos nunca se equivocan ¿sabes?
¿Te sentías solo en el desierto pequeño Príncipe? - como Antoine y como yo...
A mí también me gustan los atardeceres; los dibujaba siempre.
Te muestro mi dibujo y me despido - un poco triste, ¿sabes? Ahora que sé que tú también te sentías solo, como Antoine y como yo, me siento triste.
Pero ya me he consolado: si existe la tristeza es porque hubo alegría o porque existe un afecto - como el tuyo por tu Rosa.
¿La amabas, verdad?
Lo sé porque vi como te sonrojabas.
Pero no te debes avergonzar, conmigo. Yo también me sonrojo, sobre todo cuando recuerdo a mi amor imposible.
¡Por eso me he dibujado sonriente y en un atardecer estrellado! Para ver si te consuelas, porque tu mejor que nadie sabes que uno siempre termina por consolarse*.
Sí, mis atardeceres tienen estrellas; no porque las vea, sino porque las escucho. Y he querido ponerlas para que tú puedas ver tú atardecer cuarenta y cuatro y para que sepas que yo también me he consolado y que, si lo que querías era jugarle una mala pasada a Antoine, ahora puedes estar más que satisfecho, porque también a mí me la has jugado. Cada vez que yo no miro al cielo y escucho esa multitud de cascabelitos que saben reír, yo también rio con tu risa, como Antoine.
*El Principito, Antoine de Saint-Exupéry ** Las aventuras de Alicia en el país de las Maravillas, Lewis Carroll ** El gato con botas, Giambattista Basile, Charles Perrault, Gianfrancesco Straparola