El campeón olímpico se rebela contra la ocurrencia de la Federación de Atletismo,
que pretende suprimir esto.
Esto es lo que ocurre cuando quienes llegan a los puestos de poder de los estamentos deportivos, sobre todo al dudosísimo Comité Olímpico Internacional (en dura competencia con la Federación Internacional de Fútbol, la Fifa, por el primer puesto de la indecencia más descarada), son personas que no tienen la menor idea de lo que es el deporte, son burócratas de visera y manguitos, ex políticos preocupados por las dietas y sobresueldos, buscavidas sin el menor mérito o talento; y lo que es peor, los exdeportistas que han llegado a esos puestos de privilegio se adaptan fácilmente a la poltrona y se convierten en eso, en funcionarios que ven pistas y canchas como si fueran impresos que rellenar, de manera que pasan fácilmente a engrosar las hordas de los inútiles vividores. Sus decisiones se mueven en función del mejor postor, así que si una disciplina puede acarrear más pasta se la embute en los Juegos sin la menor vergüenza; igualmente los horarios de determinados enfrentamientos, que se determinan según exigencias televisivas a la vez que se desatiende al deportista y a la propia competición. La tendencia actual del COI es incrustar en su programa más y más rentables deportes y seudo-deportes, por lo que han de quitar algo (salvo que los Juegos duren cinco meses), y como el atletismo tiene muchas carreras y concursos, habrán exigido adelgazar su calendario a la Federación en cuestión.
Ahí está la razón por la que los mezquinos directivos están pensando (es un decir) en eliminar los 200 metros, una carrera cargada de leyenda, una de las pruebas más espectaculares y épicas del deporte por excelencia. El buen aficionado, o incluso el ocasional, no dejará de admirar la épica escalofriante que la curva de una final olímpica muestra: recuérdese al gran Michael Johnson o al inolvidable Jesse Owens, al elegante Tommy Smith o al poderoso Usain Bolt en ese vuelo curvo.
No puede extrañar, por tanto, el enfado del campeón y plusmarquista mundial de la especialidad, el mencionado Bolt, que al enterarse de la ocurrencia de aquellos auténticos mequetrefes declaró de modo explícito “… es una estupidez… Cuando ves que tratan de tomar decisiones fuera de la pista crees que es ridículo… Pienso que la Federación de Atletismo no debería ni existir”. A pesar de que el ‘sprinter’ jamaicano siempre es correcto y moderado en sus declaraciones, en este caso tiene toda la razón para elevar el tono. Su enfado no puede estar más justificado.
CARLOS DEL RIEGO