Revista Viajes

El Col d´Izoard por Arvieux

Por Rafael @merkabici

Si hablamos del Con d´Izoard por su vertiente de Queyras, esto es pasando justo antes de coronar por la conocidísima y escénica Casse Desserte, seguramente lo estemos haciendo de uno de los colosos más legendarios del Tour de Francia y desde luego de uno de los que ha dejado mayores gestas para la historia y más imágenes inolvidables, desde su debut en un ya lejano año 1922.

Y es que ya lo dijo con acierto el gran Louison Bobet, el primer ciclista que ganó el Tour de Francia en tres años seguidos: un campeón siempre pasa en solitario por la Casse Desserte. Y a fe que se aplicó el cuento el bueno de Louison, que cimentó en este soberbio puerto alpino sus tres grandes victorias en la ronda gala.

Perfil de Cyclingcols

Perfil de Cyclingcols

El Izoard es un puerto hors categorie y tiene una bien merecida fama. Sus números por esta vertiente no mienten: 16 kilómetros a casi el siete por ciento de pendiente media, ya veremos luego que con algunos descansillos que bajan ese porcentaje, para alcanzar los soberbios 2360 metros de altitud de su cima. Todo un coloso.

La subida se inicia en la localidad de La Combe du Queyras, en donde empezaremos a subir durante un kilómetro de manera bastante violenta, antes de entrar en otros tres kilómetros más irregulares, con falsos llanos intercalados entre rampones de hasta el diez por ciento. Un llano de casi setecientos metros nos introduce en las calles de la localidad de Arvieux, y nos sitúa ante uno de los grandes mitos de esta subida: la interminable recta que une esta población con Brunissard, de casi tres kilómetros y continuamente por encima del diez por ciento. Todo un desafío psicológico y físico cuando aun nos encontramos bastante lejos de el cima.

Belleza y dureza

Belleza y dureza

A la salida de Brunissad abandonamos el valle que habíamos estado remontando y nos encaramamos ya de forma decidida en la montaña, entrando en un durísimo tramo de cinco kilómetros plagado de curvas de herraduras y con una pendiente media superior al nueve por ciento que supone el punto más duro de toda la ascensión. Los pinares que adornaban las cunetas hacía unos kilómetros van desapareciendo poco a poco y terminan por extinguirse cuando acabamos este tramo de subida y entramos, a casi 2200 metros de altitud, en la conocidísima Casse Desserte.

Es difícil describir las sensaciones que se tienen al franquear este pequeño collado, cuando pareces llegar a la luna. Piedras descarnadas, apenas cuatro árboles que se parecen inclinar con agonía sobre las laderas y una sensación de muerte y desolación de alta montaña embargan al ciclista. Vigilándole está el monumento que el Tour decidió colocar en este puerto en memoria de dos grandes: Bobet y Coppi.

Hasta la cima quedan aun casi dos kilómetros de gran dureza, siempre en torno al nueve por ciento y con varias curvas de herradura. Cuando corones el puerto tendrás ante ti un doble recompensa: un soberbio paisaje y la satisfacción de haber domado a uno de los cocos del Tour. Bueno, triple recompensa, ya que tu agonía también habrá acabado.


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