Revista Opinión

El Cola Cao, sin azúcar, ¡Faltaría más!

Publicado el 12 diciembre 2012 por Miguelmerino

El drama literario es siempre el mismo: es mucho más  difícil  describir

que opinar. Infinitamente más. En vista de lo cual todo el mundo opina.

El cuaderno gris, Josep Pla, Destino, 1981

Empezaré por reconocer que los tertulianos tenemos mala fama últimamente. Los medios de comunicación, con tal de ahorrar, nos contratan a unos pocos para cubrir todos sus programas y nos toca hablar de lo humano y lo divino como si fuéramos auténticos expertos en cada materia. De ahí lo de la mala fama, que decíamos antes. Y además, tenemos la manía de opinar pontificando y a gritos. Entre nosotros: cuanto más pontificamos y más gritos damos, menos seguros estamos de nuestra posición. Pero esto que no salga de aquí.

Ahora bien. Dicho todo lo antedicho, debo añadir, y por tanto añado, que en materia de Cola Cao, no es  que sea un experto, es que tengo tres tesis doctorales hechas al respecto. Por lo tanto, se han dirigido a la persona adecuada. ¿Qué digo adecuada? Se han dirigido a la persona idónea.

Puesto que la duda consiste en si el Cola Cao (que a nadie se lo ocurra escribirlo en minúsculas y como una sola palabra) debe tomarse con o sin azúcar; la respuesta es rápida, concisa y contundente. SIN AZÚCAR. Repito por si alguien no estaba atento. El Cola Cao debe tomarse SIN AZÚCAR.

Aquí, mi autoridad en la materia me permitiría cerrar el artículo sin más explicaciones. Díjolo Blas, punto redondo. Pero subyace en mí un afán pedagógico y didáctico al cual no puedo, aunque quiera, que no quiero, sustraerme. Por lo tanto, voy a tratar de explicar de forma clara, para que incluso ustedes lo puedan entender, el por qué de mi afirmación.

Para ello, basta con conocer el significado del acrónimo, pues de un acrónimo se trata, Cola Cao:

C: Caliente. Si quieren tomar algo frío, acudan a los batidos y demás tonterías. El Cola Cao, caliente como quinceañero con granos.

O: Oscuro. Es decir, bien cargado. Nada de manchar la leche tímidamente. Cucharadas suficientes de Cola Cao para que la leche adquiera un delicioso tono de chocolate cuasi negro.

L: Líquido. A pesar de lo dicho anteriormente, no debe quedar espeso, sino líquido, por lo tanto hay que saber medir para que no se convierta en un mejunje pastoso. Para eso ya están las churrerías con sus chocolates espesos como mente de gobernante.

A: Amargo. Aquí está la madre del cordero. A  de  A M A R G O. ¿Ha quedado claro? Pues eso.

 : El espacio en blanco es para que reflexionen sobre lo aprendido hasta ahora. ¿Ya? Pues pasemos a la segunda parte del acrónimo, que yo la llamo de reafirmación.

C: Caliente, insisto.

A: Amargo, reitero.

O: Oscuro, muy oscuro.

De todo lo anteriormente expuesto, queda claro que se insiste en: caliente, oscuro y amargo. Con lo único que no se es tan férreo es con lo de: líquido. Por lo que podemos determinar, que si se nos va la mano y queda un poco espeso, no nos excomulgarán, pero las otras tres condiciones son innegociables.

Podría añadir múltiples razones médicas, filosóficas, éticas e incluso patéticas y peripatéticas, para avalar mi posición al respecto, pero aparte de que dudo mucho de que pudieran entenderlas, sólo añadirían redundancia y no es la redundancia una cualidad que adorne mi verbo.

He dicho.

   Dr. Nero L’Afrique

El doctor Nero L’Afrique es doctor en Alimentación infantil por la Universidad de La Sorbona, en Nutrición Tropical por la Universidad de Adiss Abeba y en Preparación de brebajes por la Universidad de Piura.


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