Foto idílica del colecho
fuente: telegraph
Y ultimamente se despierta por la noche, siendo bastante difícil conseguir que vuelva a dormir, así que a veces no me complico la vida y la cojo y me la llevo a nuestra cama.Una cama de matrimonio, de esas minúsculas, que como te descuides, se te sale el culo. Y ahora en estos últimos días, Lola está durmiendo con nosotros.No duerme con nosotros desde que termina de cenar, sino cuando en algún momento de la noche se despierta, la llevamos a nuestra cama, a ese colecho incómodo.
Esta es una de las posturas más usuales de Lola
Lola no hace más que moverse y dar toques a cada uno. Aunque siempre soy yo la que sale más perjudicada.
Pero para mi, colechar no es una maravilla, sólo es la acción cómoda de que la niña duerma con nosotros, por no esforzarme e intentar dormirla en su cuna. Es una acción egoísta y de comodidad nuestra. Además casi siempre soy yo la que salgo perdiendo. Y es que lo que pasa es que la niña tiende a extenderse en mi lado de la cama, incluso un día, me tuve que ir a dormir al salón porque ella ocupó todo mi espacio. Además Lola siempre acaba al revés, con la cabeza donde los pies. Y para llegar a esa postura imaginaros quién se lleva los golpetazos y mamporros.
Esta es Lola en esencia, su inquietud de día y su inquietud de noche, no para.
Si alguien me dice que cambie la cama, que compre una cama más grande, le diría que es imposible, nuestra habitación es mínima.Además recuerdo que cuando nació intenté que durmiera con nosotros, pero nunca quería, y eso me hubiera supuesto mayor descanso. Y ahora que ya es mayor, le gusta más el colecho, pero a quien no le gusta, es a mi, aunque me resuelve algunas noches, aunque sea con moratones.
Este post, simplemente es mi experiencia con el colecho. Sé que hay muchas madres y padres que disfrutan con el colecho. A mi me cuesta mucho, por los daños colaterales, pero es verdad que sentirla cerca, y que se hace una bolilla a mi lado, me enternece. Por eso a veces cuando ella lo pide,
imágenes: nappytimes