Revista Cultura y Ocio

El colibrí blanco

Por Ada
EL COLIBRÍ BLANCOLA REUNIÓN
No estábamos todos, pero casi. Tan sólo Germán manifestó que no rompería su promesa de no volver. Lo juró por su vida y no deseaba contrariar a los dioses. Huir vivo de aquel país en guerra fratricida fue suficiente para convertirse en un apátrida, en un atlante satisfecho de no tener bandera a la que servir. Los demás pensaban que hacía tiempo que había prescrito el pacto y que, muerto el dictador, ya no había peligro para nadie. Incluso pensaron que una vez restablecida la joven democracia, su deber era rendir tributo a la persona que les había salvado la vida. Antonio se negó en rotundo a ello. Les reiteraba la promesa que habían jurado cumplir, al fin y al cabo el destierro era un mal menor, sobre todo si lo encarábamos a la muerte. Debía tener el alma atenazada por el miedo a que se descubriese la verdad y alguien le ajustara las cuentas.
ESTEBAN GUTIÉRREZ GÓMEZFragmento de El Colibrí Blanco (EH EDITORES 2008)Imagen: laeternaconjuradelosnecios.blogspot.com

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