El Coliseo, como es llamado en la actualidad, exhibe con orgullo los restos de su estructura de piedra. No siempre portó su tono terroso, en épocas del Imperio Romano era multicolor, con imágenes y tonalidades representadas a través de frescos.
Los historiadores cuentan que el aspecto original del anfiteatro Flavio, como se lo conocía en aquél entonces, contenía un grado de detalle que se escapa a la imaginación del séptimo arte contemporáneo. Rojos, azules y verdes conjugados con representaciones de gladiadores y animales, eran algunas de las características de su decoración.
Desde el siglo XIX los antropólogos afirman que el imponente teatro romano estaba revestido en mármol travertino, dato obtenido de las pinturas renacentistas que recrean la construcción. Los nuevos estudios indican que era una fiesta de colores, con representaciones pictóricas incluso en sus galerías secundarias.
Los restos originales de los frescos estaban ocultos debajo de roca calcificada y quedaron a la luz luego de la realización de un proceso de limpieza y restauración. Apenas queda por restaurar un 1% de su superficie total para poder habilitar los corredores del segundo y tercer piso. Se espera que los turistas puedan visitar las salas interiores y descubrir con sus propios ojos las pinturas que tan deslumbrados dejaron a los especialistas.