El Coliseo es sin duda, una de las principales atracciones turísticas de Roma. La ciudad lo mantiene, cuida y exhibe ya no solo como una ruina de la que se enorgullece, sino como una gran fuente de ingresos y un fuerte reclamo para el turismo.
Cuando todavía queda bastante distancia como para empezar a ver su silueta, nos encontramos todo tipo de puestos de venta turística, gladiadores que por algunas monedas se hacen fotos con nosotros, stands publicitarios donde adquirir diferentes tipos de entradas al anfiteatro, etc.
Construido en el siglo I, el Coliseo es una de las construcciones más conocidas de la antigüedad clásica. Fue utilizado como lugar de espectáculo durante casi 500 años, para años después ser utilizado para distintas actividades, como por ejemplo servir como sede religiosa. Durante su época de gloria, cerca de 50000 personas podían disfrutar de las luchas entre gladiadores, fiestas varias, ejecuciones y obras de teatro, por ejemplo, y donde el lugar más cercano al espectáculo estaba siempre reservado para el Emperador y su séquito.
Con el paso de los años y los siglos, la construcción se ha ido deteriorando hasta tal punto que se han tenido que construir contrafuertes para poder sujetar la estructura, además de otras muchas obras de remodelación y conservación.
Todos hemos estudiado acerca de él o lo hemos visto en películas de romanos y gladiadores. Sin embargo, las fotografías de los libros nada tienen que ver con lo que se ve cuando se está en el interior, donde podemos imaginarnos esas luchas entre guerreros mientras contemplamos el lugar donde se encontraba el escenario y donde tantas personas y animales perdieron su vida, a veces por justicia, otras tantas por simple diversión.
El Coliseo está declarado como Patrimonio de la Humanidad desde 1980 y en el año 2007 fue considerado como una de las Nuevas siete maravillas del mundo moderno, aumentando de esta manera su popularidad y visitas de personas que aprovechan sus días libres para realizar un viaje y observar la construcción (lo cual incrementa, además, las ganancias para la ciudad de Roma).