Revista Opinión

El collar de acciones

Publicado el 22 octubre 2011 por Miguelmerino

 

Badajoz a 13 de septiembre de 1969

Querida Ana Mari:

Espero que al recibo de esta carta te encuentres bien, yo quedo bien gracias a Dios.

¡Ay Anita! No sé por donde empezar. Son tantas las cosas que tengo que contarte. En primer lugar, quiero que sepas que por fin salí con Joaquín. El domingo, después de comer y echarme una pequeña siesta, me vino a buscar. Quería que fuéramos a escuchar música al parque de San Francisco, decía que allí podíamos echarnos unos bailes, que la orquesta era muy buena y tenía una solista que cantaba muy bien los pasodobles. En cuanto me hablo de la solista le dije que nanay. ¡Habrase visto! Salir conmigo y ponerse a hablar de otra. Si no fuera tan guapo, se hubiera terminado ahí la cita.

Yo le propuse, puesto que mi hermana es cocinera en el casino, que me invitara a tomar algo allí, de paso la saludábamos y, además, sentados en la terraza, podíamos ver la gente que pasa toda endomingada a la misa de la catedral. ¿Te puedes creer que no quiso? Yo hice el paripé de ponerme a llorar, y el adelantó su mano para acariciarme, pero le huí el rostro y lo escondí entre mis manos. ¡Fue tan romántico! Y no puedo contarte más, tú ya sabes por qué.

Ahora que recuerdo, no me has contado nada de como fue la subida de la Virgen a medianoche. La verdad, no te imagino trasnochando por una cosa así, aunque pensándolo bien, lo de menos era la Virgen y su perdón ¿ a qué sí? ¡qué risa! ¡Lo que tiene que hacer una por amor! No te olvides de contármelo todo con pelos y señales la próxima vez que nos veamos.

Y ya voy a dejar de escribir, pues quiero que esta carta salga en el correo de la mañana, que en seguida vendrán a recoger. ¡Por cierto! Te estoy tejiendo una rebeca, con las dos agujas, que me está quedando preciosa. Ya la verás.

Con mucho más que contarte, pero que no puedo ahora, se despide tu amiga que lo es,

   Soledad


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