En 2015 La novela de Rebeca fue una de mis mejores lecturas y también el descubrimiento de un autor al que tuve claro que volvería a leer en sus siguientes publicaciones y, aunque se ha hecho un poco de rogar para obsequiar a sus lectores con un nuevo libro, por fin hace unas semanas vio la luz la última novela de Mikel Alvira, El color de las mareas.
Mi opinión
El color de las mareas comienza con una frase contundente: Se llamaba Beatriz Tussaud y no se casó con el amor de su vida. Y ésta es también la frase con la que comienza el manuscrito que el señor Joaquín entrega un día a Nuria Tussaud en su galería de arte y a través del cual nos sumergiremos en la vida de su tatarabuela, Beatriz Tussaud, marcada por la historia de amor imposible que vivió con Marcel Hugarte, y entraremos de lleno en la investigación del pasado de su familia, con más secretos de los que Nuria nunca pudo imaginar.Beatriz Tussaud es la protagonista indiscutible de la novela. La conoceremos siendo una jovencita inocente e iremos viendo cómo la vida la hace evolucionar a golpe de emociones, de amor y de dolor, la Beatriz de la que nos despedimos, esa mujer firme y fuerte sin perder su sensibilidad, poco o nada tiene que ver con aquella joven a la que una mirada de Marcel Hugarte hacía sonrojar. Pero si Beatriz es la gran protagonista y de narrar su vida se trata, ésta no sería la misma sin el otro gran personaje de la novela, Marcel, un conquistador nato que bajo su apuesta apariencia encierra una cierta complejidad que solo con el avance de la lectura podrá ir descubriendo el lector atento. Junto a ellos muchos otros personajes secundarios y dos elementos que, sin ser de carne y hueso, resultan tan protagonistas como ellos y sin los que El color de las mareas no sería la novela que es: la pintura y el mar, ese mar cuyas mareas, al igual que las relaciones interpersonales de cualquier tipo, vienen y van y es que El color de las mareas nos narra una historia de amor sí, pero nos habla, por encima de todo, de las relaciones personales.
Mikel Alvira vuelve a hacer gala de una prosa que por momentos roza la lírica y un ritmo narrativo que parece destinado a acunar al lector, como si en lugar de leer casi estuvieran susurrándonos las palabras al oído. Alternando los saltos en el tiempo y distintas voces narrativas el autor sigue una estructura clásica que en ocasiones rompe con la narración de la historia para ceder el testigo a pensamientos y reflexiones atemporales y es que poco importa que la historia comience a finales del siglo XIX y se desarrolle hasta la mitad del siglo XX cuando las emociones y los sentimientos son los mismos ayer, hoy y mañana. Se pone también así de manifiesto el desconocimiento que tenemos sobre nuestros antepasados, a los que miramos y vemos tan lejanos en el tiempo que nos parece que no pudieron entonces sentir como sentimos hoy, olvidando que solo cambian las formas de vida, solo lo que es externo a nosotros, pero nunca la naturaleza humana y sus pasiones.
A pesar de que como he mencionado la novela se desarrolla en un tiempo pasado, no se enmarca en el género histórico, sino que es un solo un contexto con una magnífica ambientación gracias al que sin duda ha sido un ingente trabajo de documentación que permite que, con unas pocas pinceladas, el lector se sitúe en la etapa histórica precisa para entender cómo y por qué reaccionan y actúan los personajes en un determinado momento.El color de las mareas, si tenemos que etiquetarlo en un género, es una novela de amor o quizá sería más acertado decir que es una novela sobre el amor entendido como una forma de trascender. Una novela que, sin perder de vista el entrenamiento, invita al lector a múltiples reflexiones.