Revista Cultura y Ocio

El comerciante.(Adecdotario sobre la Municipalización de la Universidad en Sagua).

Por Yoelrivero
MSC. Reinaldo Castillo Carballo.
Había en la carrera de Derecho, durante el curso 2004-05, un estudiante conocido por su afición a la venta de los más diversos artículos. En su amplia mochila traía un variado surtido de baratijas que constituían un constante foco de distracción, tanto para él como para los potenciales compradores. Era un vendedor simpático, de mucho oficio e indudable carisma. Ofrecía descuentos, flexibilidad para el de pago y facilidades de todo tipo.

Como es de suponer, en mi condición de Jefe de carrera, no podía permitir que se convirtiera un espacio para la docencia universitaria en una quincalla, o que un estudiante fuera un gestor comercial en horario docente. En honor a la verdad, acabar con ese estado de cosas era una tarea ingrata e impopular porque el joven, muy habilidoso, había sobornado voluntades y gozaba de simpatías de muchos, que tenían con él una deuda de gratitud porque el hombre era un solucionador ambulante de pequeños problemas. Si un niño, de los varios que acompañaban a sus madres al aula se quejaba de hambre o sed, ahí estaba su mochila salvadora con alguna chuchería acompañada de su generoso slogan de acreedor dirigido a la agradecida mamá:
-Me pagas si puedes, cuando puedas o no me pagues, porque ¡marinero somos, en el mar andamos, juntos resolvemos y nos ayudamos!
Cuando en privado le expliqué la necesidad de poner fin a sus prácticas comerciales, aparentemente fue receptivo a mis argumentos, me aseguró que no tendría que llamarle nunca más la atención y me comentó:
-Realmente, no persigo fines lucrativos, mi propósito es ayudar a la gente, precisamente, he observado que sus zapatos se están despegando y como yo lo aprecio, quería proponerle, desinteresadamente….
Ante la más asesina de mis miradas, frenó en seco y se disculpó:
-Perdone profe, es la costumbre, yo soy así, es mi naturaleza.
El carismático estudiante desaprobó todas las asignaturas matriculadas en el primer semestre del año común de Humanidades. Abandonó sus estudios y perdimos a un futuro profesional de las ciencias jurídicas, pero ganamos a un motivado comerciante que hoy, como cuentapropista, contribuye a la economía y al folclor urbano desde una concurrida tarima en un espacio céntrico de la ciudad. 

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