En 1790 el armador y harinero José de Zuloaga estableció en Santander la primera fábrica de galletas, cuyos productos vendía exclusivamente a la Armada. Pero cerró en 1796, “desgraciada” a causa de la escasa pericia del director que Zuloaga hizo venir desde Francia.
José de Zuluaga estableció la primera fábrica de harinas que conocemos en 1779, en el pueblo de Campuzano, no lejos de Torrelavega, con destino a embarcar sus rendimientos para América; otra fue montada por don Francisco Macho en Lantueno; en Barcena de Pie de Concha, don José Villegas fundó otra sobre el Besaya; otra fue establecida en el lugar de Zurita por el Factor de la Compañía de Longistas de Madrid; don José de Barredo montó una más en Santa Cruz de Iguña. Y dentro del término municipal de Santander había dos, una de don Sebastián de Aldama y otra que fue montada por don Juan de Isla Fernández. Otras fábricas se establecieron por el resto de la provincia: «cuatro fabricas de harina y barrilería (para embarcar) en el Antueno, Las Caldas, Bareda y Las Presillas, que ocupan 48 ruedas o paradas de molino de aguas»; además de los molinos que don Francisco Sayus montó en Agüero y que más tarde trasladó a Cartes «de resultas de las pasadas circunstancias »
(posiblemente debido a la guerra de la Independencia). Entre la fábrica de Lantueno, Campuzano y Zurita, dice el libro Estado de las Fábricas, llegaron a producir en los años que el trigo de Castilla se mantuvo a precios moderados más de 50.000 barriles de harina de ocho arrobas88.
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