La figura de Curzio Malaparte ha vuelto a estar de actualidad en nuestro país a raíz de la publicación de una biografía escrita por Maurizio Serra. Un labor nada fácil, a tenor de la vida que llevó este personaje camaleónico y contradictorio, que podía pasar con facilidad a alinearse con el fascismo, con el comunismo o con las más diversas causas, según le conviniera. Personalmente, quedé deslumbrado por este autor hace unos años, cuando leí Kaputt, las crónicas de sus experiencias como corresponsal de guerra en la Segunda Guerra Mundial. Aunque no hay que fiarse de todo lo que cuenta, el modo de narrarlo atrapa de tal manera que es muy difícil no caer absolutamente seducido por la prosa de Malaparte. Algo que no sucede en absoluto con El compañero de viaje.
Dicho esto, sería injusto comparar una obra con otra. El compañero de viaje ha sido publicada recientemente, como un manuscrito inédito de Malaparte que el autor no había acabado de rematar cuando le sorprendió la muerte. Se trata del manuscrito que había de servir de base para un guión cinematográfico, por lo que no ha de ser leído como una obra literaria al uso, sino como el argumento de una historia que tendría su verdadero sentido en una hipotética traslación a la pantalla grande. Aun leyéndolo con estas prevenciones, la historia resulta un tanto endeble, no llegando a reflejar en ningún momento un ambiente realista de guerra.
En septiembre de 1943, cuando transcurren los hechos, nos encontramos en un momento clave para la participación de Italia en el conflicto bélico. Después de la conquista de Sicilia por los Aliados, y cuando ya estaban desembarcando en la península, se produjo un golpe de Estado que derrocó a Mussolini y motivó la ocupación de Italia por parte de los alemanes, lo que dio como resultado una guerra civil dentro la guerra mundial que se estaba disputando en suelo italiano. La participación en el conflicto por parte de este país había sido desastrosa hasta ese momento, hasta el punto de que su actuación puso en auténticos apuros al ejército alemán y motivó en buena parte su derrota (la invasión sin previo aviso de Grecia por parte de Mussolini obligó a la Wehrmacht a retrasar más de un mes la invasión de la Unión Soviética, algo que resultaría fatal por la prematura llegada del invierno) y gran parte de los soldados italianos, aunque demostraron valor, probaron con su actuación que no estaban preparados para este tipo de guerra.
El libro cuenta la historia de Calusia, un soldado italiano con un sentido del honor a prueba de toda clase de derrotas, que se retira de la costa calabresa después de no haber podido repeler, junto a sus compañeros, el desembarco británico. Como ha hecho la promesa de su teniente, también fallecido en la batalla, de devolver sus restos a su familia, emprende un viaje hacia Nápoles para cumplir lo que considera una misión de lealtad hacia su superior. Calusia es un soldado modelo, de los que no acepta fácilmente la derrota. Es un muchacho muy joven y, por tanto, un idealista que ni siquiera ha tenido relaciones con mujeres, por lo que no sabe como tratar a éstas. La Italia que atraviesa Calusia es un país derrotado, a pesar de la fiera resistencia que los alemanes van a oponer al avance aliado. La mayoría de los italianos siente que esta ya no es su guerra (para muchos no lo fue en ningún momento) y lo único que quieren es que cesen la penalidades para poder volver a la vida sencilla de siempre. Por eso sienten que el verdadero enemigo no son los ejércitos combatientes, sino los propios compatriotas que se aprovechan de la situación para esquilmar los bienes básicos que aún quedan y hacer negocios con ellos en el mercado negro. La guerra no es solo muerte, sino también hambre y miseria.
Todo esto es contado por Malaparte con un estilo sencillo, casi periodístico, que no da lugar a muchas veleidades literarias, más bien el lector parece estar ante una larga acotación teatral. Lo que interesa más bien al autor italiano es la creación de una atmósfera de guerra (no muy lograda) en la que se mueva su personaje, que va descubriendo en su camino que la vieja sociedad ha muerto y que en algún momento tendrá que tomar partido, porque su sentido del honor, las viejas promesas a un régimen difunto de poco le van a servir. De ahí su llamamiento a ganar, al menos, la guerra contra los ladrones, a buscar un poco de orden, de humanidad, en el caos absoluto de la Italia de la segunda mitad de 1943. Para quien lea a Malaparte por vez primera, mejor no acercarse a este libro, sino más bien al ya nombrado Kaputt, o a su famosa novela La piel, donde se aprecia en todo su esplendor la prosa del escritor italiano, ese Malaparte cuya mayor obra de arte fue su propia vida.