Revista Cultura y Ocio

El complejo de Di, Dai Sijie

Publicado el 12 junio 2013 por Manigna
El complejo de Di, Dai Sijie

Título original : Le complexe de Di 
Año de publicación : 2003
Título en portugués : O complexo de Di
Editora Objetiva
Año de esta edición : 2004
Traducción : Adriana Lisboa
 

Tras conocer y disfrutar “Balzac y la joven costurera china”, primera obra de Dai Sijie, el libro de la presente entrada era uno de los que esperaba leer con cierta ansiedad, pero aquí confirmo aquel dicho que difícil no es llegar sino mantenerse: tras recorrer las trescientas páginas de ésta, su segunda novela, una sola palabra puede resumir mi sentimiento: decepción. 

Y esta experiencia decepcionante es extraña pues la historia tiene varios ingredientes para salirse bien al final: Muo es un ciudadano chino que se fue a estudiar psicoanálisis a Paris, Francia en 1989, quedándose once años, aprendiendo la lengua francesa y descubriendo en Sigmund Freud y Jacques Lacan a sus maestros, a quienes les rendirá absoluta devoción. Muo es un hombre atento, caballero, honesto, desordenado como cualquier soltero que se preste, tímido, bajito, con ojos de pescado, cegatón, con anteojos cuyos lentes se asemejan a potos de botella, de cabellos rebeldes, que llega a sus cuarenta años –el año de la lucidez, según el sabio Confucio- conservando su virginidad intacta, y regresa a su China natal para liberar a su amor de juventud “Volcán de la Vieja Luna” (“Vulcão da Velha Lua”) de la prisión en Chengdú, capital de la provincia de Sichuán, donde se encuentra encarcelada por haber publicado unas fotos que el régimen desaprobó, intentando Muo convencer por medio del psicoanálisis al duro y adusto juez Di, quien la condenó a ese presente de encierro. Pero el susodicho juez Di lo tiene todo, y en medio de su opulencia ni el dinero ni las artimañas verbales lo conmoverán, y lo único por lo cual aceptaría considerar un cambio de posición respecto a la libertad de la ahora mujer sería que Muo le lleve una doncella, le ofrezca una virgen. Y es en esa búsqueda que nuestro protagonista recorre parte de ese país-continente, conociendo y redescubriendo su propio lar, su propia gente, comparando inevitablemente las costumbres de su terruño a las francesas, cavilando acerca del atraso en que gran parte de la población están sumergidos en pleno siglo XXI, en la falta de educación, en mucha información que simplemente desconocen, la falta de oportunidades para la gran mayoría disfrazada con todo el lujo y modernidad que las capitales de provincia y/o centros urbanos pueden ofrecer. Esto me hace recordar un poco São Paulo o Rio de Janeiro: un condominio o edificio de lujo al lado de una favela; un moderno y enorme estadio de futbol que contrasta con los pobres servicios hospitalarios; mejor regresemos a la novela.


El complejo de Di, Dai Sijie

Dai Sijie inserta momentos de humor en la historia, como la pérdida de un diente durante un beso de Muo con Wang; también hay momentos bizarros cuando la embalsamadora tiene que realizar su trabajo cotidiano nada menos que con la madre de su novio Jian, y con él al lado: las descripciones son tan detalladas que incitan y alimentan el morbo de este curioso lector: ambas partes son las que más disfruté en la historia. Ah, también la corta pero eficaz aparición del juez Di al encuentro con “Pequeño Camino” hacia el final de la obra: frio, seco, directo, decidido, refiriéndose a él mismo en tercera persona. Aunque su aparición es efímera, es contundente. Pero estas tres partes bien logradas si bien son ése bálsamo que se requiere para no abandonar el libro resultan muy pequeñas, parecen perdidas en medio de toda la historia contada de una manera tan insulsa; no es el fondo, es la forma, muy soft, sospechosamente light –Calamaro dixit-, muy despreocupada, nada ambiciosa, demasiado llana, y para colmo carece de esa agilidad y esa frescura de su primera novela. El interpretar sueños a través del psicoanálisis es un tema interesante pero la historia se hace muy larga y salvo aquellos tres pasajes mencionados líneas arriba no hay algún giro drástico en la historia, algo que realmente estremezca, ni siquiera hay algo que emocione, haciendo que el letargo y aburrimiento se instale en mí rápidamente en gran parte del libro. 


Quizá si hubiese leído primero esta novela y luego la anterior ahora pensaría en la tremenda progresión del autor; él mismo se puso la valla muy alta con su primera obra. Éste libro fue todo un logro el poder acabarlo y no dejarlo por la mitad, pero no todo fue realmente malo, por medio de esta obra descubrí a Cui Jian, de quien desconocía completamente hasta leer este libro (esa costumbre de buscar los cantantes y/o bandas que aparezcan en la trama se queda desde que se conoce Rayuela), él es -lo sé ahora- considerado el padre del rock chino, aunque en la obra se refiera a él como “el rockero chino de los años 80’s”; por los vídeos que voy encontrando de él el tío se ve más que vigente. 

¡Cui Jian se ve tremendo músico! Después de todo, este fiasco valió la pena. Se alzó con el prestigioso y antiguo Premio Femina 2003: caracho, ¡cómo habrán estado las otras obras con las que compitió!

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