El papel del Papa Pío XII y el Vaticano durante la Segunda Guerra Mundial ha sido siempre criticado, por ser demasiado "débil" con Hitler. Sobre todo por el hecho de que antes de ser nombrado Papa, Pío XII (Eugenio Pacelli) había criticado abiertamente y con dureza el estado nacionalsocialista de Alemania pero poco después de su nombramiento, todo quedó en nada.
Al parecer este cambio de actitud tan radical se debe a que el propio Pío XII elaboró un arriesgado plan para asesinar a Hitler.
Otro motivo para el silencio era evitar que los católicos que se encontraban en puestos de gran responsabilidad en el III Reich y que eran confidentes del Vaticano, los habría convertido en personas demasiados sospechosas y no habrían tenido posibilidad de trabajar de modo encubierto o en la resistencia anti-nazi.
Por entonces el Vaticano no tenía un servicio de inteligencia como podría ser el Abwehr alemán o la OSS norteamericana, pero contaba con sacerdotes, monjas (sobre todo dominicos y jesuitas) y un nutrido número de católicos dispuestos a colaborar con el Vaticano y ayudar a los Aliados, además de colaborar en redes clandestinas que ayudaran a escapar a los perseguidos por el III Reich. Aún así debían de trabajar con gran cautela, ya que una parte de la iglesia alemana, apoyaba a Hitler. Quizás gracias a esos apoyos y a la tibieza de Roma, Hitler permitió que la Iglesia católica siguiera activa en Alemania, aunque no hizo lo mismo en algunos de los territorios que invadió. Como en Polonia, donde ordenó acciones violentas contra la iglesia polaca.
Cuando la guerra estaba en pleno auge y la represión contra la iglesia se hizo mucho más dura y crecían las sospechas sobre los católicos alemanes. el jefe del Abwehr, el almirante Wilhelm Canaris, organizó un complot con Roma para acabar con Hitler y confiaba en que Pío XII sería la persona más indicada para llevarlo a cabo y que ayudaría en la era post Hitler a llegar a acuerdos con los Aliados que no fueran tan duros como el tratado de Versalles, que había condenado a Alemania a la miseria y provocado el ascenso de los nazis y la Segunda Guerra Mundial.
Para actuar como enlace entre el Abwehr y Roma se recurrió al abogado Josef Müeller, ferviente católico y un feroz opositor al III Reich, aunque casi hasta el final de la guerra lo supo mantener oculto. Hasta Himmler, que inicialmente sospechaba de el, intentó reclutarlo como agente doble para la Gestapo aunque Müeller declinó el ofrecimiento, convenciendo a Himmler de que era un agente del Abwehr y que no quería traicionar a Canaris.
Durante toda la guerra Müeller utilizó hábilmente su bufete de abogados como una oficina de información para el Vaticano. La posición social, ganada como gran abogado, y héroe de guerra, le ayudó a establecer una red de espías que incluía personas de todos los ámbitos de la sociedad alemana, incluso tenía a algunos miembros de las SS en nómina.
Müeller hizo llegar al papa un informe con las atrocidades de los nazis en Polonia, que a su vez Pío XII envió a los británicos para convencerlos de había un complot de la resistencia alemana para acabar con Hitler y que aceptaran una paz justa tras acabar con Hitler y que la operación se mantuviera totalmente en secreto. El por entonces Primer Ministro Neville Chamberlain, lo apoyó pero su sucesor, Winston Churchill, nunca confío del todo en lo rebeldes nazis y en que llegaran a llevarlo a cabo.
Hitler logró zafarse de la muerte en numerosas ocasiones. Incluso en el último intento llevado a cabo por el coronel Claus von Stauffenberg salió prácticamente ileso de un atentado en su propio búnker en el que murieron varios de sus ayudantes más cercanos. Tras la conocida Operación Valquiria Canaris fue ejecutado en la horca en el campo de concentración de Flossenbürg y su cuerpo incinerado. Müeller fue detenido y llevado a Dachau, donde sobrevivió. Además se descubrió la implicación de Roma en la operación porque había diversos documentos que poseían los conspiradores con membretes del Vaticano.
Hitler respetó la posición neutral del Vaticano, pero como represalia por el arresto de Mussolini, en julio de 1943. Hitler estudió la posibilidad de invadirlo, y arrestar a Pío XII o incluso asesinarle para que no cayera en manos de los Aliados que estaban avanzando desde el sur de Italia.
Para saber más:
Church of Spies. The pope's secret war against Hitler, de Mark Riebling
El Papa de Hitler: La verdadera historia de Pio XII, de John Cornwell
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The Washington Times
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