Revista Opinión

El compromiso

Publicado el 26 febrero 2015 por Habitalia

Hace mucho que este trazado me mastica los sesos pensando en su forma, en su contenido, en su grosor y su ritmo. Porque las cosas bellas, si se transmiten desde adentro, más bellas son.

En todas las tormentas de ideas, expresiones y momentos que nos incluyen en ese equilibrio cósmico que el taller imprime en cada H.·. y viceversa. Ésos momentos son muy difíciles de reproducir en el mundo profano, lleno de raíces cuadradas y teledelirios.

Esta escrito que hoy os transcribo con la voz, podría haber llevado por título " El compromiso masónico", pero a última hora decidí que se llamara "el compromiso" a secas. Y así lo pensé porque una de las conclusiones más importantes que mi corta edad masónica me ha reportado y cuyo significado se amplifica entre estas columnas es, sin duda, el motivo de esta plancha.

El compromiso con mis hermanos, con el "todo" de esta logia, que representa la diversidad de pensamientos que en el mundo profano podemos encontrar es el motivo de mi alegría. Un "todo" diverso y heterogéneo. Una unidad compuesta de distintos núcleos que fortalecen el espíritu mismo que nos reúne aquí: la fraternidad, entendida en toda su dimensión simbólica y real.

Libertad, igualdad y fraternidad es nuestro lema. Y quien no tenga esta máxima presidiendo todos sus actos y pensamientos, vivirá en la oscuridad, aun perteneciendo a la orden. Y bajo esta premisa, bajo este paraguas que nos protege de la lluvia ácida de la barbarie, nos amparamos los masones, comprometidos con nuestros símbolos, que no son otra cosa que representaciones de una realidad que se transforma y espera ser transformada por la nobleza de los altos objetivos que los masones nos planteamos alrededor de todo el planeta.

No pretendo que esto sea un motivo de demostración erudita acerca de ningún tema en concreto, fruto de un intenso estudio de los quehaceres universales, sino que pretende simplemente, mostrar el manojo de sensaciones que se arrugan y se arrogan en cada minuto de cada tenida, en cada símbolo, en cada ritual.

Todo esto, me ha servido para iluminar mi interpretación de la realidad, reduciendo la ideología misma a una pura anécdota por ser potenciada ésta y ponerse al servicio de los más altos valores humanos de una forma militantemente hermosa. ¿Qué militancia puede ser más sublime que aquélla que te esclaviza al servicio de la libertad absoluta?, ¿qué esclavitud es aquella que te libera de las cadenas profanas y te sitúa en el estado intelectual y espiritual que te sincroniza con el futuro de la raza humana?

No hay otra alternativa que la emancipación espiritual e intelectual en el futuro de los hombres, y el medio para llegar a ello es la masonería. Una masonería con una raíz hincada en los más profundos conocimientos del saber humano, que deriva de la más antigua tradición de sabios que han iluminado con su erudición el devenir humano. Que aun siendo contradictorios en todos sus argumentos, han deconstruido la realidad hasta resquebrajar todas las convenciones propias de sus respectivas épocas.

Sin esta emancipación, sin la liberación conceptual de nuestras mentes, sin salir del mundo "profano", que procede de los vocablos latinos pro (delante) del fanum (templo), sólo nos quedaremos ahí, delante de un mundo que no alcanzamos a comprender si no es a través de lo que otros profanos nos cuenten interesadamente acerca de él.

Por otro lado necesitamos una liberación física de nuestras cadenas, íntimamente ligada a la anterior, en la que incluyo la espiritual. Una liberación que nos permita acceder a un entorno de proporciones humanas, que permita al ser desarrollarse en toda su plenitud y en cualquiera de sus fases de desarrollo, desde niños hasta llegar a ancianos.

La masonería debe propiciar eso, como lo ha hecho históricamente a través de instituciones tan revolucionarias aun hoy como la Institución de Libre Enseñanza. Podríamos concluir pues que si la masonería no es liberación, simplemente no es.

Precisamente, a través de la fraternidad, se fomenta dicha liberación. Fraternidad y compromiso esencial que la masonería debiera mantener con los excluidos del sistema por el mero hecho de que su poder adquisitivo no sea el adecuado para generar plusvalías.

La igualdad, entendida como el hecho fundacional de unos seres humanos que se dotan de leyes para convivir en un entorno en el que nadie sea más que nadie por el hecho de haber nacido a unos cuantos kilómetros unos de otros, o en función del color de su piel, credo o sexo. En definitiva, preceptos contenidos en nuestra Carta magna, sin ir más lejos, y que nadie se preocupa de cultivar más allá de algunas actuaciones insulsas que no quieren más que contentar a la galería y permanecer en lo estricta y políticamente correcto, mientras se envía a inmigrantes y nacionales a la indigencia, o a la más obscena ausencia de derechos civiles y sociales mínimos garantizados. Ahí debe actuar la masonería, a través de sus componentes, aislada o conjuntamente, contra la oscuridad, contra la barbarie, contra el canibalismo que fagocita todo aquello que no reporta beneficio alguno pecuniario e inmediato.

Y la libertad, interpretada en todas sus formas como un camino hacia la perfección, y en todas sus vertientes más o menos anárquicas. Confiar en la capacidad del ser humano para dotarse de los mecanismos que les permitan ser libres siendo iguales en oportunidades de una manera fraternal y honesta.

Quizás esto, os parezca utópico, pero sin el compromiso con estas tres cosas fundamentales, no tenemos absolutamente ninguna posibilidad de alcanzar la perfección y disfrutar mientras ésta se alcanza. La masonería se ha construido a través de radicales, que no fundamentalistas ni dogmáticos, que revolucionaron sus respectivos períodos históricos con teorías y prácticas imposibles. Condenados, perseguidos, exiliados y fusilados en España hasta hace pocos años, a los masones se nos ha querido "cazar", por un solo motivo, luchábamos, luchamos y lucharemos contra la oscuridad, y en este país ha habido mucha. Si no somos radicales, es decir, si no actuamos en base a la raíz de las cosas, si nos quedamos admirando nuestras virtudes, nuestras purezas, y no nos pringamos en el campo de batalla, seguiremos siendo un halo que pasa sin pena ni gloria por la historia, y malgastaremos el legado de gente como Bolívar, José Martí, Garibaldi, Mozart por citar algunos de los más conocidos. El mismo ritual nos dispensa el tratamiento de obreros, independientemente de nuestro grado y condición; hagamos pues, honor a nuestro nombre.

Si nuestra esclavitud no reside en alcanzar la libertad plena a través del conocimiento, la honestidad y el progreso, sinceramente, sólo somos un club de amigos mejor o peor avenidos.


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