Revista Cultura y Ocio
El concierto para violín y orquesta de Tchaikovsky tocado treinta años después en París, es el pretexto utilizado por R. Miahailneanu en esta comedia dramática para corregir los errores del pasado. En la URSS de Brezhnev un director de orquesta ve truncada su carrera y su vida por no plegarse a la dictadura comunista. Utilizando una especie de género que podríamos denominar esperpento eslavo, el director rumano reduce a muchos de sus personajes a la caricatura más disparatada: el viejo comunista que sigue prometiendo en el siglo XXI el paraíso en la tierra en la Plaza Roja de Moscú a unos cuantos figurantes contratados para escucharle, los judíos que venden caviar y móviles en París, el nuevo rico ruso, el trasnochado dirigente comunista francés… Pero en el fondo se oculta y surge el drama social e histórico: una familia judía destrozada por las persecuciones del régimen totalitario de Brezhnev en una fecha tan reciente como 1980. El director nos refresca la memoria y pone en su sitio las piezas sueltas. La película cuenta entre otros magníficos actores con la extraordinaria Mélanie Laurent, que ya nos sorprendió en Malditos bastardos, haciendo también de judía. Es una de las representaciones más interesantes sobre los cambios acaecidos en la URSS en los últimos treinta años, desde la etapa final del comunismo a la plutocracia actual de los magnates del gas.