Alexandre Dumas padre escribió El conde de Montecristo como una sólida novela de aventuras dotada de todo tipo de peripecias, intrigas, personajes variados y escenarios sensacionales. A lo largo de la obra nos encontramos con naufragios, mazmorras, fugas, ejecuciones, asesinatos, traiciones, envenenamientos, suplantaciones de personalidad, un niño enterrado vivo, una joven resucitada, catacumbas, contrabandistas, bandoleros, tesoros, amoríos, reveses de fortuna, etc. Un sinfín de sucesos que crean una atmósfera irreal, extraordinaria, a la medida de un personaje extraordinario, el conde de Montecristo, que se desplaza a lo largo de una novela arropado por un costumbrismo excelso a la altura de las contemporáneas obras de Balzac.
La historia de este singular conde está basada en un hecho real sucedido entre 1814 y 1838 (desde finales del reinado de Napoleón y el inicio del de Luis Felipe I de Francia) que se desarrolla entre Francia, Italia y varias islas del Mediterráneo. Dumas encontró las memorias de alguien llamado Jackes Peuchet, en las que se relataba la historia de François Picaud, un hombre comprometido con una mujer de clase social alta, de mucho dinero, al que cuatro supuestos amigos, celosos de su fortuna, acusaron de ser un espía de origen inglés. Por esta acusación, Picaud fue encarcelado durante 7 años injustamente. Durante su cautiverio, uno de sus compañeros le dejó en herencia un tesoro que estaba escondido en Milán, del cual François se apoderó una vez liberado. A partir de entonces dedicó 10 años de su vida a vengarse de los que le traicionaron.
La novela escrita por Dumas narra una historia similar, en la que Edmundo Dantes es la víctima de la injusticia y acaba en prisión, encerrado durante 14 largos años en el castillo de If. Allí, cautivo, conoce al abate Faria –gracias a un pequeño túnel consiguen unir las dos mazmorras contiguas en las que se hallan-, un religioso erudito que lo convertirá en un hombre culto e instruido en las más diversas disciplinas. Pero además, con motivo de la entrañable y sólida amistad que su condena les proporciona, acaba confesando a Dantes un valioso secreto que le permitirá aparecer en escena transformado en el conde de Montecristo (nombre escogido de un islote ubicado entre Francia y la isla de Córcega), dotado de una gran fortuna. Todo lo aprendido del abate permite al Conde captar la atención de la alta sociedad de Roma y París, utilizando una intensa gama de herramientas. A partir de este punto, los derroteros de la novela transcurren entre la venganza, la piedad, el engaño y la manipulación. En definitiva, pone en evidencia la historia de un mito, similar al del Ave Fénix, que logra salir de la desesperación en la que estaba inmerso y con gran frialdad lleva a cabo un extraordinario plan de venganza contra sus enemigos.
En la obra es interesante señalar, como dato curioso, el abundante empleo y buen manejo del incipiente derecho mercantil capitalista de la época a lo largo de la complicada trama financiera que envuelve la venganza sobre el banquero Danglars, lo que demuestra el excelente conocimiento del autor acerca de todos los detalles legales relacionados con las diferentes operaciones económicas que lleva a cabo el conde de Montecristo.
Alexandre Dumas no sólo quería escribir una novela de aventuras. A pesar de la trama rica y compleja con multitud de personajes, centra su novela en la lealtad, la venganza y el servicio a Dios. El autor plantea un conflicto entre las injusticias sufridas y la decisión de aplicar la justicia por nuestra cuenta, como venganza al daño sufrido. Dantes, se obsesiona completamente con buscar justicia. Para los que le ayudaron se convierte en un espíritu guardián. Para los que le causaron su desgracia será el implacable vengador de Dios. Todos los que le traicionaron serán enfrentados a la justicia de una manera que refleja la traición original. Sin embargo, la primera vez que sale perjudicado un espectador inocente en el transcurso de su venganza se da cuenta de que no está bien tomarse la justcia por cuenta propia y es este momento la clave del cambio de actitud del protagonista. En este sentido se observa cómo el Conde pasa de ser un hierático verdugo a ser capaz de perdonar a Villeford al final de la novela, lleno de dudas y arrepentido del mal que ha causado. Esta transformación será la clave del libro. Al final, El conde de Montecristo utiliza el remordimiento para que Dantes se dé cuenta de que un mal no remedia otro mal. En definitiva, que la venganza no es un tipo de justicia y no repara la injusticia causada.