1877. Alrededores de Plevna, Rumanía
Todos los días del año, ya fuese invierno o verano, a la caída de la tarde, el castillo se veía envuelto paulatinamente por una espesa bruma que se disipaba de forma irreal a la altura de las vidrieras del tercer piso. Los escasos habitantes de la zona observaban este extraño fenómeno con cierto recelo y procuraban mantenerse alejados mientras las tinieblas nocturnas cubrían la región.
Emil observó aquella peculiar bruma mientras se acercaba al galope, seguido por los maltrechos hombres que quedaban de su regimiento. Cruzaron el puente levadizo que crujió sonoramente al paso de los caballos y detuvieron sus monturas. El sudor de los caballos era tal que el vaho producido al contacto con el frío parecía una extensión de aquella extraña bruma que envolvia el magnifico edificio. Emil desmontó y a una orden suya lo hicieron sus hombres. Dejó las riendas en manos de uno de los húsares y se dirigió hacia la escalinata de entrada. Respiró profundamente y, tras colocarse el uniforme, golpeó decididamente la inmensa puerta de bronce...
(si a alguién se le ocurre como pdría continuar esta historia, que me lo diga, me he quedado atascado)http://cuadernosblogosfericos.blogspot.com/feeds/posts/default?alt=rss