Llueve precipitadamente, se oyen las gotas de agua golpear los tejados de la casa, y caer al suelo, formando grandes charcos de agua. La lluvia cae entre truenos, relámpagos y fuertes vientos, que soplan con un gran silbido.
Mas, dentro de la casa del conejito Fito, reina la calma. Todos están sentados tomando una taza de té caliente, en la mesa de comedor del salón.
Mientras afuera, retumban los truenos, los relámpagos y la fuerte lluvia, que junto al indomable viento sopla como si se estuviera desatando una gran tormenta en el bosque.
El conejito Fito, y sus padres, sigue en calma, y en tranquilidad.
No se escucha ninguna voz chillona, falsa, hipócrita, mandona, mentirosa, o que intente alzarse por encima de los demás con soberbia, para ofender o humillar a alguien de la familia.
Aunque la tormenta de fuera, ruje con todas sus fuerzas, la familia permanece en calma y unida.
Autora: María Abreu
Si Jehová no edificare la casa, En vano trabajan los que la edifican; Si Jehová no guardare la ciudad, En vano vela la guardia. (Salmos 127: 1)