Mamá coneja se va de compras a la tienda de juguetes con el conejito Fito con la intención de comprarle una hucha.
Cuando entran a la tienda éste se queda impresionado con la boca abierta al ver tantos juguetes. Y le echa mano a un cochecito.
_ ¡Hijo, colócalo en su lugar!
_ ¡No ¡
Ante la negativa, mamá coneja le quita el juguete y lo pone en su sitio.
El conejito Fito al verse sin el cochecito, es tanto su enfado que la carita se le pone roja y la frente arrugada. Y dando pataletas se pone a llorar.
Mamá coneja intenta calmarlo explicándole:
_ Hijo el dinero no nos alcanza para comprar ese juguete.
Sin embargo, el conejito Fito en lugar de calmarse cruza los brazos, pone la cara arrugada y fea, y se va a un rincón de la tienda.
Mamá coneja sin perder la calma se le acerca y con mucha ternura le explica:
_ Sé que te sientes frustrado porque no te puedo comprar ese juguete, pero no por eso debes enfadarte ni gritar para expresar lo que sientes.
Mamá coneja le dio un abrazo y negoció una solución para comprar aquel juguete.
Para ello le habló del ahorro y le compró la hucha con forma de cerdito para que aprendiera a ahorrar y se marcharon.
Pasado un tiempo volvieron a la tienda y con el dinero que el conejito Fito había ahorrado compró el cochecito
De esta manera mamá coneja no sólo le enseñó el valor del ahorro sino que también le enseñó a dominar sus emociones y a tener paciencia.
Autora: María Abreu
La discreción del hombre le hace lento para la ira, y su gloria es pasar por alto una ofensa.
(Proverbios 19: 11