Estos días estamos viviendo entre Israel y Palestina lo que los medios se empeñan en llamar una escalada de violencia, supongo que por suavizarlo un poco, pero que yo llamo guerra abierta. No creo que haya forma de minimizar las muertes producidas sólo en estos dos últimos días.
Normalmente no suelo hablar de lo que ocurre fuera de nuestras fronteras, si no es para dar alguna pequeña pincelada o para utilizar algún ejemplo. Y con nuestras fronteras quiero decir España, y Europa en lo que concierne a España, como miembro de la Comunidad Europea. Pero lo que está ocurriendo en Israel y los territorios palestinos no debería pasarnos desapercibido.
Para poder hacer un análisis bueno del conflicto, y del momento en que se encuentra, y poder sugerir una actuación al respecto, hay que conocer su origen. No voy a ser yo quien lo ponga aquí, por no repetir lo que hay ya en infinidad de webs. Como ejemplo pongo la página de la Wikipedia, Conflicto árabe-israelí, donde considero que se explica con mucha claridad.
También quiero decir que discrepo de todas aquellas opiniones que intentan meter este conflicto en el Despertar o Primavera Árabe. De verdad, no tiene nada que ver. Consulte a políticos, y sobretodo a historiadores, y se lo van a confirmar. El conflicto israelí-palestino viene de lejos, de muy lejos. Para aquellos cuya venda histórica reciente no les deje ver más allá, les conmino a que investiguen, y se darán cuenta de que el conflicto tiene miles de años de antigüedad, y que los culpables no son ni los judíos ni los árabes, sino los intereses de occidente, como ocurre siempre.
Las Naciones Unidas han sido también impulsores del conflicto, al tomar decisiones por ambos grupos, y hoy en día quizás no tengan la fuerza, como organización mundial, para solucionar el problema; ni siquiera para paliarlo. Sin embargo son los únicos que pueden hacerlo, puesto que es la única verdadera unión política creada para solucionar problemas como este. Lo malo es que la política es muy lenta, y siempre llega tarde. Como ejemplo lo ocurrido en Yugoslavia, y que cada cual saque sus conclusiones.
La solución para el conflicto es extremadamente difícil, aunque no imposible. Su dificultad está en la incorporación de árbitros permanentes, que garanticen la estabilidad en la zona. También pasa por el movimiento de población, lo cual es aún más difícil. A nadie le gusta que le saquen de su pueblo. Lo que está claro es que no podemos dejar que arrasen a la cantidad de gente con la que van a terminar en esta última contienda.
Naciones Unidas debería dejar de organizar el panorama político-diplomático, y entrar ya, con sus cascos azules, para impedir que vaya a más. Pero claro, hay tantos a votar resoluciones que es difícil. La ONU debería cambiar su modus operandi, dar preferencia a la toma rápida de decisiones. No puede ser que esta mañana escuche en la radio que hay ya cerca de cien personas muertas (asesinadas) sólo en un fin de semana. Es una guerra claramente abierta, y hay que tomar partido.
Antes decía que el conflicto no tiene nada que ver con la Primavera Árabe, pero sí nos encontramos ahora mismo en que gracias a esta, todo el Oriente Medio se asienta sobre un polvorín de nuevas ideas, un volcán que de momento sólo tiene pequeñas erupciones, pero que puede estallar en cualquier momento, y el posicionamiento de los países árabes de alrededor puede propiciar esa explosión.
Que nadie piense que no nos afecta. Los países de occidente tomarían también partido, y hay que pensar que capitalismos como el de China tienen mucho que decir, y que hacer, si nos ponemos, y con mucho que sacar de este conflicto. La venta de armas de ambos lados puede desencadenar serios conflictos entre los países occidentales, que ya de por sí están deteriorados por la crisis, y con economías que también necesitarían excusas y ventas.
No hay que confiarse, y deberíamos instar a la ONU a que actúe de forma rápida y contundente.