Brasil. El reto de Dilma: mantener el gasto social y asegurar el crecimiento del PIB. Desde principios del Siglo XXI, Brasil se ha erigido como una de las principales potencias emergentes a escala mundial debido entre otras cosas a las políticas del ex-presidente Lula da Silva. El Partido de los Trabajadores fomentó el desarrollo humano entre sus habitantes mediante el gasto social. Lula, que sufrió en sus propias carnes la crueldad de la dictadura brasileña, cumplió su anhelada promesa: “Cada brasileño tendrá 3 comidas al día” para los brasileños y la inserción de los jóvenes en ‘riesgo de exclusión social’. Desde entonces Brasil lidera los principales mercados del Cono Sur, tales como UNASUR. Gestionar el legado de Lula ha sido una ardua tarea para Dilma Rouseff que ha apostado por continuar la senda de su mentor. No obstante ha tenido que hacer frente a numerosos escándalos, la mayor parte relacionados con la corrupción -uno de los males endémicos del país- y la organización del Mundial de Fútbol 2014.
El pasado mes de Octubre tuvieron lugar unos comicios que apostaban por dos modelos de estado: por un lado Dilma con su gasto en política social y por el otro Aécio Neves con una propuesta de cambio de rumbo asentada sobre políticas más liberales. Así las cosas Rouseff fue reelegida por un estrecho margen, lo que deja patente la polarización del pueblo. Según el analista Emir Sader, la clave de la victoria –por un estrecho margen de 3 puntos- fue el voto masivo de las regiones pobres a Dilma frente a las más pudientes que se decantaron por Aécio. A pesar de todo, la Cámara de Diputados está controlada por los conservadores lo que dificultará sobremanera las negociaciones entre el Ejecutivo y el Legislativo. La principal novedad de esta legislatura es que el PT se enfrenta a una sólida y agresiva oposición, a diferencia de ocasiones anteriores en la que los medios de comunicación ejercían dicho papel.
Una de las imágenes de la Campaña Electoral, Dilma detenida durante la dictadura. /La Nación
Respecto a los jóvenes, el gobierno tiene unos cuantos proyectos puestos en marcha. Las políticas de juventud en Brasil están plagadas de luces y sombras. Por un lado, tiene una serie de iniciativas relacionadas con la inserción laboral de los jóvenes más necesitados. Son programas ligados a profesiones de media-baja cualificación que persiguen el desarrollo humano del joven a través del empleo. Por otro lado, como quedó reflejado en un post anterior titulado ‘Brasil ¿Jogo Bonito?’, especulábamos con la posibilidad de que Brasil aprovechase la celebración del Mundial de Fútbol para potenciar las políticas juveniles de inserción laboral. Esta posibilidad ha sido desperdiciada fruto de la inoperancia y la mala gestión de los mandatarios. El periodista Juan Arias en el artículo ‘No hubo Copa en Brasil’ relata una serie de hechos que dan fe del escaso aprovechamiento del acontecimiento. El propio Ministro de Economía reconoció la incapacidad para favorecer el crecimiento en la nación.Uruguay. Vázquez, el candidato que aspira a continuar la senda de Mújica y sus políticas pioneras sobre empleo juvenil. Primero debemos comprender el contexto de Uruguay antes de hacer un análisis pormenorizado de la situación. Estamos ante un estado de apenas 3 millones de habitantes que ha apostado por una manera diferente de hacer las cosas y ha sido pionero en diversos ámbitos. Entre ellos, la nueva Ley de Empleo Juvenil aprobada en 2013, desde hace un tiempo se está apostando por la juventud como eje del desarrollo del país en el medio-largo plazo. Su presidente José Mújica, quién recientemente ha concluido su mandato, ha sido un firme defensor de la potencia transformadora de los más jóvenes. En el imaginario colectivo del pueblo uruguayo ha cuajado la idea de una ‘lucha de David contra Goliat’ para simbolizar la reticencia que generan sus políticas en la esfera internacional. No obstante, su particular y austera manera de afrontar los hechos ha creado algunas suspicacias en el país.
Cabe destacar que al igual que en Brasil se han celebrado unas elecciones este pasado mes de Octubre. Unos comicios en los que llama poderosamente la atención el alto índice de participación que roza el 90%. El candidato del partido Frente Amplio Tabaré Vázquez ha salido elegido en las urnas en esta primera vuelta –la segunda y definitiva se celebrará el 30 de Noviembre-. En caso de salir elegido, aspira a continuar la hoja de ruta marcada por Mújica en materia de empleo juvenil, entre otras cosas. Respecto a la citada Ley de Empleo Juvenil contó con el aval del Instituto de la Juventud Uruguayo -INJU- y su principal mandatario Matías Rodríguez. Esta nueva ley, plantea dotar de incentivos a las empresas para la contratación de jóvenes abonando entre el 15%-80% de su salario en función de su vulnerabilidad. La legislación fija un sistema efectivo de ‘tutorización’ y acompañamiento y la posibilidad de compatibilizar la primera experiencia laboral con los estudios. De esta manera se pretende evitar el riesgo de que el joven abandone su formación. Por último, esta Ley es pionera debido a que recoge un programa para que jóvenes transexuales, con discapacidad y afro-descendientes obtengan su primera experiencia laboral.
Los jóvenes representan una prioridad para Uruguay. /Red 21
Conclusión: El desafío de crecer manteniendo las políticas sociales y de juventud Después de realizar un análisis del panorama post-electoral en ambas naciones del Cono Sur, queda bien clara la dificultad de continuar la senda iniciada a principios del siglo XXI por esta región. Su futuro y su estabilidad pasa gestionar correctamente:1. Los escándalos de corrupción. Son un mal endémico sobre todo en el caso de Brasil. Erradicarlos supondría tener más dinero para políticas sociales sin agrandar la deuda del país.
2.Crear un clima de consenso. Se trata de llegar a acuerdos duraderos en el tiempo, dejando de lado el corto plazo. Los políticos deben tener mayor ‘visión de país’ y llegar a pactos prolongados en materia de educación y juventud.
3.Continua mejora de las políticas de juventud. Una sociedad sin jóvenes no tiene futuro alguno, no es sostenible en el tiempo. Algunos han denominado a la falta de jóvenes la ‘peste del siglo XXI’. Es un término contundente que refleja la situación que se vive en algunos países de Europa.