¿Qué
rol se le asigna al conocimiento, para lograr el crecimiento económico y de las
relaciones sociales? ¿Cuál es el papel del conocimiento? ¿Por qué es son
necesarias la libre circulación de la información, la participación, la
creatividad, la innovación, la libertad de expresión?
La
hipótesis central de la nueva conceptualización acerca de las relaciones entre
educación y sociedad consiste en sostener que el conocimiento es el factor
clave del crecimiento económico y de las relaciones sociales. La fundamentación
teórica y las evidencias empíricas más importantes que apoyan este planteo
provienen, al menos, de tres fuentes distintas: la teoría del crecimiento
económico, los análisis acerca de las organizaciones y la gestión empresaria y
las teorías acerca de las perspectivas futuras de la sociedad.
Desde
el punto de vista de la teoría económica, las formulaciones más recientes se
caracterizan por sostener el carácter endógeno de las fuentes de crecimiento.
Entre dichas fuentes se destaca, precisamente, la producción y acumulación de
conocimientos. Robert Lucas, en un texto que ha sido considerado el aporte más
relevante hasta la fecha de la nueva teoría del crecimiento económico,
reformula el modelo neoclásico, incorporando explícitamente la calidad y la
preparación de la gente en la economía. En la formulación de Lucas, el ritmo de
crecimiento de la ‘economía no es determinado por variables exógenas (como la
población y la tecnología, que no se explican ni se controlan desde la política
económica), sino por variables endógenas: el capital humano, las relaciones
internacionales y las políticas económicas de los gobiernos.
El
énfasis en el papel del conocimiento ha promovido la elaboración de una
abundante literatura desde el ámbito de la teoría de la organización y la
gestión empresarial. Los cambios en los estilos de gerencia destinados a
adecuarse al rápido e intenso flujo de información y al aprovechamiento
intensivo de las capacidades de las personas son actualmente motivo de un
escrutinio permanente. Dichos cambios han sido clasificados en cuatro grandes
categorías:
(i) Las redes: en las empresas modernas las
estructuras piramidales jerárquicas y cerradas son reemplazadas por redes
planas, interactivas y abiertas. Se delegan amplios poderes decisorios a las
unidades locales y la dirección central asume un rol de definición de
estrategias y evaluación de resultados.
El
concepto clave en esta línea de cambio es el concepto de “inteligencia
distribuida”, cuya aplicabilidad es posible debido a la tecnología basada en la
microelectrónica.
(ii) La adaptabilidad: La preferencia por
productos estandarizados y por la producción en masa pierde importancia. En su
lugar, aparece la noción de fábrica flexible y adaptable a mercados cambiantes
en volúmenes y especificaciones. En lo que se refiere al personal y a sus
capacidades, la adaptabilidad se expresa especialmente a través de la
polivalencia. Se tiende a equipos multipropósito y a plantas multiproducto
donde se valoriza la capacidad del personal para moverse de un área a otra y
para participar del trabajo en equipo.
(iii) La mejora continua: El cambio como rutina
es la premisa de la empresa moderna No existe un óptimo fijo. La nueva
organización se concibe como una máquina de aprender y mejorar, como un sistema
para identificar problemas y encontrar soluciones. Esto exige un cambio radical
de actitud hacia los recursos humanos, estimulando su capacitación permanente y
su creatividad.
(iv) Cooperación: La empresa moderna considera
la concertación y la cooperación como base para elevar la competitividad. Esto
se da hacia adentro de la empresa, a través de la participación plena y
creativa de todo el personal, y hacia afuera, a través de la colaboración
interempresarial. La competencia internacional tiene lugar cada vez menos entre
empresas individuales y más entre grupos, países y cadenas.
Además
de los teóricos del crecimiento económico y de la gestión empresaria, también
los análisis sobre las perspectivas futuras de la sociedad identifican al
conocimiento y a la formación como factores claves de la estratificación y las
relaciones sociales. Para algunos autores, este cambio en el rol del
conocimiento permite efectuar pronósticos fuertemente optimistas. Toffler, por
ejemplo, sostiene que el conocimiento es sustancialmente más democrático que
las fuentes tradicionales de poder. El conocimiento es infinitamente ampliable,
no se gasta con su uso sino todo lo contrario, no se expresa en objetos
materiales sino en símbolos que están en el cerebro de las personas y su
producción exige condiciones de libertad esencialmente democráticas.
Desde
esta perspectiva, la libre circulación de la información, la participación, la
creatividad, la innovación, la libertad de expresión, dejan de ser solamente
demandas políticas o educativas para convertirse en condiciones de la
competencia económica. Este hecho crea condiciones favorables para futuras
nuevas alianzas entre grupos tradicionalmente enfrentados: los intelectuales,
los científicos, los artistas, los defensores de los derechos civiles por un
lado, y los accionistas, capitalistas y altos directivos de las empresas por el
otro. Ambos dependen de cambios profundos en el sistema educativo, que permitan
el acceso de todos a los medios de producción y de circulación de
información
La
visión optimista representada y popularizada por Toffler no es, obviamente, la
única ni la más aceptada entre los analistas del futuro. Entre los análisis
alternativos elaborados recientemente se encuentra el presentado por André
Gorz5, quien sostiene que el sistema de producción basado en el uso intensivo
de conocimientos sólo puede asegurar condiciones de plena realización personal
a una minoría de trabajadores. Para esta minoría habría garantías de seguridad
en el empleo, a cambio de una disposición completa a reconvertirse y a
identificarse con los requerimientos de la empresa. Pero para lograr estas
condiciones en una minoría será preciso crear condiciones de fuerte inseguridad
en el resto de la fuerza de trabajo.
Según
este planteo, la sociedad del futuro tiene altos riesgos de segmentación. La
estimación estadística citada por Gorz con base en datos de investigaciones
realizadas en Alemania indicaría que sólo el 25% de la mano de obra podría ser
incorporada al núcleo estable de la economía con condiciones plenas de
participación y desarrollo personal, otro 25% podría ser incorporado en lo que
Gorz denomina “periferia estable” y el 50% restante serían empleos externos o
periféricos precarios. A partir de estos datos Gorz sostiene que el trabajo ya
no constituye el fundamento de la integración social. Si la acción-social
continúa operando sobre la base de la lógica económica y del trabajo, la
exclusión, la marginalización y la dualización de la sociedad, serán fenómenos
inevitables y crecientes. Para evitar estos efectos será preciso apelar a una
política basada en la reducción de la jornada de trabajo y en la
profesionalización masiva de la población. En palabras del propio Gorz: “La
banalización de las competencias y de las calificaciones elevadas es el medio
más indispensable y más eficaz para combatir la dualización de la sociedad”.
Dicho en .otros términos, una educación de buena calidad y equitativamente
distribuida aparece también desde esta postura como la prioridad en términos de
estrategias de desarrollo sustentable.
Extraído
de:
EDUCACION
Y SOCIEDAD EN AMERICA LATINA
ALGUNOS
CAMBIOS CONCEPTUALES Y POLITICOS
Juan
Carlos Tedesco