Revista Cultura y Ocio

'El Consejero', de Cormac McCarthy

Por Mientrasleo @MientrasleoS


   
El Consejero. Cormac McCarthy
     "- Caminante no hay camino, se hace camino al andar. Un poeta enorme. Machado era maestro de escuela y se casó con una chica joven y guapa. La quería muchísimo y ella murió. Entonces se convirtió en un gran poeta.
     - No me convertiré en un gran poeta.
     - No, tal vez no, y aunque así fuera eso no le ayudaría. Machado habría cambiado todas las palabras, todos los poemas, todos los versos que escribió para poder pasar una hora más con su amada. Y eso se debe a que, en el sufrimiento, no se aplican las reglas de intercambio habituales; porque el dolor trasciende el valor. Un hombre entregaría naciones enteras por borrar el dolor de su corazón, y sin embargo, nadie puede comprar nada con el dolor porque el dolor no vale nada."
      Me gusta McCarthy. Desde que se anunció la película, porque en este caso lo primero que trascendió fue la película, ya estaba deseando ponerme con el libro. Apenas salió a la venta ya lo tenía en casa y poco después ya estaba en el cine pese a haber leído el guión. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, El consejero.
     Conocemos a el consejero, un abogado que vive rodeado de lujos y se relaciona con narcotraficantes. Deslumbrado por el tren de vida de estos decide meterse en sus negocios, dar un paso más, sin escuchar a quien le advierte de los peligros de estos negocios. Y de repente... todo se tuerce.
     Después de convertirse en un autor de moda en Hollywood, McCarthy da el salto y en poco más de cien páginas nos presenta su primer guión cinematográfico. Porque eso es lo que leemos en este libro en el que se cuida mucho de no precisar descripciones de sus personajes para que así el lector pueda hacer el tránsito a espectador sin problemas. El libro trata sobre elecciones y consecuencias y sobre la naturaleza malvada de las personas como viene siendo habitual en el autor. Seguiremos la pista al turbio asunto relacionado con un camión que tiene que cruzar la frontera y veremos avaricia, miedo y mucha violencia a su paso.
     Articula la historia en torno a cinco personajes principales: el consejero que paradógicamente no escucha consejos; la novia del mismo llamada Laura, que no tiene demasiado pudor en confinarse a su papel de mujer florero. Reiner, un excéntrico narco; Malkina, el contrapunto del Laura, la mujer que no podemos dejar de observar, y Westray, que se convertirá en el consejero de nuestro ya conocido consejero. Con ellos y entre ellos se establecerán lazos en forma de diálogos plagados de esas sentencias que tanto le gustan al autor y que son, bajo mi punto de vista, lo único que destaca en una historia cuyo argumento ya conocemos de otras tantas películas o libros.
     Me gusta mucho McCarthy y por eso me cuesta admitir que el libro se queda en la superficie, los personajes esta vez no terminan de llegar al lector. Nos encontramos con una historia de narcotraficantes, contrabando, Ciudad Juárez, violencia, sexo... y le falta fuerza. Si algo tiene este autor es fuerza en sus palabras, la capacidad de revolver al lector, de hacerlo pensar y sentir por encima de las naturalezas representadas en sus obras, y en este caso no llega a ello. Como dice el refrán: "hasta el mejor maestro echa un borrón" y eso no va a significar que no os siga recomendando La carretera, Suttree o No es país para viejos, pero siendo sincera, si no os habéis acercado aún a McCarthy no os recomendaría hacerlo con esta historia llena de buenos ingredientes, pero a falta de un resultado a la altura. Si os pasa como a mi, lo leeréis igualmente y os quedaréis con algunas frases brillantes como las elegidas para el comienzo de esta reseña en las que reflexiona sobre el valor del dolor.
     Cada vez vemos más adaptaciones de libros o autores conocidos, desde Los juegos del hambre hasta La ladrona de libros pasando por Cincuenta sombras de Grey o El hobbit el cine se viste de éxitos literarios para llenar sus salas. Y yo reconozco que soy de las que acuden a hacer cola con cierto temor por lo que pueda encontrarme, pero acudo igualmente.
     Qué me decís, ¿sois de los que acude al cine para ponerle cara a los personajes que le hicieron pasar buenos ratos o preferís que sigan en vuestra imaginación?


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