El Consejo Permanente de la OEA demuestra su ineptitud

Todos hemos leído como la mayoría de los países, a excepción de los “Bolivarianos” (Bolivia, Nicaragua y Ecuador), han criticado al gobierno de Nicolás Maduro por todas las arbitrariedades que ha estado haciendo, violando su propia constitución y dando de hecho un golpe de estado hasta anular casi totalmente a la Asamblea Nacional que fue electa en Diciembre en una gran derrota electoral de los marxistas venezolanos.

Todos vimos como los esfuerzos de conciliación que el Secretario General de la OEA Luis Almagro estuvo haciendo y como la reacción de Maduro fue subiendo de tono hasta llegar a los insultos más vulgares que han sido repetidos varias veces por la canciller Delcy Rodríguez: Métase la Carta Democrática por donde le quepa.

Almagro preparó un excelente reporte de como el gobierno venezolano estaba violando los principios democráticos y lo presentó al Presidente del Consejo Permanente, el embajador argentino Juan José Arcuri, quien presidió una reunión, que no es la que había convocado Almagro.

Varios países insistían en que la solución era que Venezuela aceptara el revocatorio. Pero Venezuela se negaba a aceptar ninguna resolución en la que no participara ella. Venezuela está siendo juzgada por que el gobierno de Maduro ha dejado de lado la democracia y está actuando dictatorialmente. Venezuela, siendo la acusada, tenía el derecho a defenderse.

Pero en qué lugar del mundo se ha visto que el país acusado, Venezuela, tenga que participar en la redacción de la resolución. Esto es absurdo y equivale a que en un juicio, el acusado se niegue a aceptar una sentencia si no se le permite participar en la redacción de la misma.

Almagro no asistió a la reunión y en su lugar envió a su jefe de gabinete, Gonzalo Koncke, a quien, al término de la reunión y de manera totalmente insólita, le fue negado el derecho a hacer uso de la palabra por parte del el presidente del Consejo Permanente, el argentino Arcuri. ¿Sabrá esto Mauricio Macri? ¿Y qué opinará de eso?

El jefe de gabinete de Almagro quedó desconcertado ante la negativa. La resolución se aprobó por consenso, lo que equivale a decir que aunque no es la solución adecuada, la aceptamos porque no podemos lograr otra en la que todos estemos de acuerdo, incluso Venezuela. No compromete a nadie. Solo hay que destacar la digna actuación del representante de Paraguay, que dejó claro que, pese a no obstruir el consenso, que no podía apoyar el texto de la resolución aprobada, porque no incluía una exhortación al Gobierno de Venezuela para que deje de obstaculizar el referendo revocatorio que promueve la oposición de ese país.

Más o menos en el mismo orden se pronunciaron también, pero de manera muchísimo más suave, los representantes de Canadá, Colombia, Estados Unidos y, por raro que parezca, hasta la propia Argentina. O sea, se aprobó por consenso un texto que no satisface a la mayoría de los países lo que demuestra la ineptitud de los participantes. Canadá lo aprobó aunque declaró que prefería usar términos más duros y que considera que el texto aprobado mantiene silencio sobre los principios fundamentales básicos de derechos humanos. Colombia lo aprobó pero a pesar de ello comentó que no contiene todos los elementos que uno pensaría que deberían estar presentes. Y más insólito todavía, la delegación Argentina que fue la que presidió y lideró la reunión, reconoció que la declaración tenía carencias. Su representante alterno, Julio César Ayala, declaró que querían incluir mensajes más duros en el texto y que establecieran más compromisos.

Pero no lo hicieron, y el Consejo Permanente aprobó una declaración “light” con el pretexto de que lo más importante es que exista un diálogo.  Maduro debe estarse riendo en Miraflores porque otra vez la OEA demuestra su inutilidad y los participantes su ineptitud.

Esperemos la reunión extraordinaria convocada por Almagro para que se celebre entre el 10 y el 20 de Junio y confiemos en que de ella se obtenga algún resultado para el pueblo venezolano.