Revista Cultura y Ocio
Llevaba mucho tiempo viendo reseñas de libros de esta autora francesa, parecía que me perseguía por más que yo me escondiera en todos los recovecos posibles. Es difícil mantener la orden de alejamiento de librerías, cuando tu biblioteca publica no es lo que tu desearías, y la verdad es que desplazarse a la de la población vecina es cuanto menos un pequeño inconveniente, además tampoco es que tenga muchas novedades, jejeje si me he paseado por sus estanterías, a ver si me convenía hacer un renuncio, pero al final he dejado las cosas como estaban.
Un día paseando mi vista por la novedades que siempre suelen estar ausentes, me tropecé con El consuelo, no era ninguna de las que había visto reseñadas, pero lo puse junto a los otros dos ejemplares que me quería llevar a casa. Tampoco pasé mucho tiempo buscando reseñas, las opiniones me llegaron sin pedirlas y les estoy muy agradecida a aquellas personas que me dejaron su retal en los comentarios.
Tal y como me dijo Tag en su día hay un momento en que la narración se vuelve lenta, e incluso pesada, y me sirvió de mucho el que ella me lo apuntará para seguir leyendo con fruición y que no se colaran más libros en medio, aunque tengo que reconocer que al principio lo hacían.
Me sedujo con su prosa sencilla y fácil de leer para una lectora ducha en batallas como yo, me impacto esa forma de interpelar al lector, de hacerlo complice, la complicidad al mismo tiempo con su personaje, el hacerlo pensar y decicidir por su mismo. Me ganó como lectora en pocas páginas y ya estaba planificando compras de otros de sus libros.
Anna Gavalda con este libro no ha conseguido el mismo éxito que con otros, en la traducción española en la que se puede prescindir del sujeto y de los pronombres no ha sido tan patente, pero en la francesa, sus lectores le han echado en cara la dificultad en la lectura por ese mismo motivo, la autora prescindió de ellos de forma voluntaria para que fuéramos capaces de captar el caos y el desconcierto en el que esta sumido Charles Balanda, el protagonista, un hombre que se acerca a la medianía de edad, con mucho éxito en el trabajo y una vida familiar mediocre, rayando la inexistencia, que se ve imposibilitado de cambiar aunque no le llene. La única solución que encuentra es sumergirse en su trabajo, en miles de quilómetros recorridos y noches solitarias de hotel. Sin embargo no se replantea su vida hasta que un hecho sacude los cimientos de su existencia.
En ese momento encontramos a un Balanda que lucha con su propio yo, que piensa en voz alta, que se recrimina a si mismo las cosas, hasta el punto que somos capaces de empatizar con el, yo en ocasiones me veía recriminándole y pidiéndole que diera los pasos que tenía que dar. Tenía ganas de zarandearlo de quitarle la venda que le imposibilitaba ver las cosas, tal y como por otra parte las veian todos los que estaban a su alrededor.
Quizás fue ese momento el que me resultó más tedioso, ese regodeo en el dolor del que nos hace participes el protagonista, contándonos su historia desde la infancia, hora en presente, hora en pasado sin mediar ningún aviso con un caos de tiempos verbales, un monopolio de la situación de unos personajes completamente entrañables, pero al mismo tiempo tan lenta en su desarrollo que llegaban a cansar, suerte que estaba avisada de ello. Es la búsqueda de aquello que ha perdido irremisiblemente para siempre lo que le lleva a conocer a Kate, una mujer fuerte que ha estado a merced del infortunio, que vive en un lugar especial que la autora describe con guante blanco y tanta precisión que te parece estar viéndolo como si fuera un fotograma que pasa ante los ojos.
Tengo que reconocer que esta segunda historia que en mi caso ganó peso a la primera, es la que me ha hecho leer como una posesa estos últimos días, sin casi levantar los ojos del libro, ni siquiera en la playa. Para mi una historia de superación con un mensaje positivo, es como esa máxima que hice mía hace muchos años, por mal que estés, si miras detrás de ti siempre habrá alguien en una situación peor. Quizás es ese varapalo que recibe Charles el que le hace replantearse su vida, el que le obliga a dar un paso definitivo salvando ese miedo que lo tenía paralizado, le ayudó a reencontrarse a sí mismo y a ver cosas que tenía ocultas bajo la venda de sus ojos.
El mensaje final, ese rayo de luz después de tanta oscuridad, ese pedacito de esperanza después de tanto dolor me ha parecido magistral, yo diría que increíble, y se ha ganado una lectora incondicional que poco a poco ira leyéndose toda su obra, aunque para ello tenga que romper esa orden de alejamiento que la atenaza. Me ha gustado mucho esta novela salvando unas cuantas páginas y quizás a ello contribuya que es la primera novela que he leído de esta autora francesa, porque si algo he sacado en claro de otras reseñas sobre este libro, es que es inferior a otros que tiene escritos, quizás porque con esta novela la autora se ha permitido experimentar. No es sólo una novela de arquitectos, es una novela que toda ella es un experimento arquitectónico, en el que al lector le cuesta ubicar el narrador, el tiempo en el que se desarrolla la acción, y en ocasiones sobre todo en la edición francesa le toca releer para entender la trama.
Hay momentos en que el sentido del humor se apropia de la estructura, si se lee entre lineas hay una critica social bastante feroz, a una sociedad que deja pasar los días imbuida entre trabajo y quilómetros entre pecho y espalda, en el que el éxito social se impone a la familia. En el que la belleza que aquí termina bastante tocada, puesto que son los personajes peor parados, es un plus, en el que la superficialidad gana la partida a la profundidad... creo que ese mensaje implícito es igual de importante que esa bella prosa de la que hace gala, muy fácil de leer con unos diálogos preciosos, parece que la historia te la esta contando una amiga sentada en una cafetería con una taza de café en las manos.
No encontré significado al titulo del libro, pero como siempre la razón esta en la traducción que se ha dado, que supongo que será obra del editor y no del traductor, puesto que la consolación es el titulo que tendría sentido, y encontraríamos su razón de ser al final casi del libro, en la pagina 505 cuando explica que significa una partida de consolación.
Creo que ha quedado patente que el libro me ha entusiasmado, pero no se muy bien si recomendarlo, puesto que leen este blog muchos fan de la autora que podrían sentirse decepcionados, por lo que he podido leer, sin embargo creo que vale la pena la experiencia y que sólo por la historia de Kate, vale la pena tragarse las 558 páginas de esta novela. Es un placer compartir las horas con sus personajes, solo uno se me ha atragantado, bueno más de uno, pero en especial la superficial mujer de Charles Balanda, y otro al que he intentado entender sin conseguirlo Alexis. No se puede empatizar con todos los personajes.
Sin embargo tengo peros, Kate es inglesa y como tal los textos que ella narra estan salpicados de expresiones inglesas que no siempre se traducen y que para una desconocedora del idioma como yo le han resultado una barrera infranqueable para disfrutar del todo de la lectura.