El consumo de las grasas en el embarazo no ha de ser alto, sobre todo en caso de grasas saturadas, ya que las grasas tienen demasiadas calorías y propician un mayor peso, entre otras complicaciones. En caso de tomar grasas, se recomienda que sean grasas insaturadas ya que son más sanas.
Las grasas saturadas propician un mayor peso y un aumento del nivel de colesterol en sangre, lo que puede dar lugar también a hipertensión o problemas de corazón, lo que hace que su cantidad en el embarazo deba ser reducida. Se pueden encontrar en lácteos, grasas de la carne y snacks, entre otros.
Las grasas insaturadas protegen el corazón y los vasos sanguíneos, y algunas de las más importantes y beneficiosas para el embarazo son el omega 3 y el omega 6.
Hay que tener en cuenta que las grasas, sobre todo las grasas trans, pueden atravesar la placenta, llegar al bebé y afectarlo. En el embarazo se requiere un aporte extra de energía, por lo que se puede consumir algo de grasa en el embarazo.
El consumo de grasas en el embarazo puede llegar a suponer hasta un 30% de la alimentación, es la cantidad adecuada de la que no se debe pasar, y teniendo más en cuenta las grasas insaturadas. En el embarazo se requiere unos 2,2 gramos de ácidos grasos esenciales al día de media.
Las grasas también tienen un papel importante en el embarazo ya que constituyen una reserva de energía, envuelve y protege órganos vitales como riñones y corazón, aunque en exceso elevan el colesterol en sangre.
Se recomienda una buena alimentación con un mayor consumo de pescado y frutos secos, especialmente las nueces y almendras. Hay que hacer varias comidas en menos cantidad, beber mucha agua y hacer algo de ejercicio.