Alejandra Alonso | On 25, jul 2013
Sobre la televisión y su efecto en los niños, sabemos que ellos imitan conductas que ven en la pantalla, que el promedio de horas que pasa un niño frente a la pantalla, por lo menos en Estados Unidos, es de casi 4 horas por día, y que el reemplazo de programación no apropiada para la edad por apropiada o prosocial en niños preescolares, les ayuda a dormir mejor. Lo que el estudio del pediatra e investigador Dimitri Christakis y su equipo agrega, es que la modificación de lo que miran los niños puede mejorar también su comportamiento observado. Los resultados de este estudio tienen implicaciones muy importantes para prevenir la violencia.
En su marco teórico, los investigadores dicen que ciertos tipos de programas pueden promover comportamientos prosociales, sin embargo, y en especial en familias en desventaja, los niños miran muchos programas con contenido que no es apropiado para su edad o que no es educativo.
Es importante destacar que no se habían realizado anteriormente estudios de este tipo en un ambiente natural, con seguimientos a largo plazo en niños en edad preescolar.
Métodos
Los investigadores realizaron una prueba controlada aleatoria que consistió en una intervención en la “dieta mediática”. El grupo de tratamiento recibió la intervención, y el grupo control recibió una intervención nutricional diseñada para promover hábitos de alimentación saludables. El protocolo utilizado en el estudio fue aprobado por el Seattle Children’s Hospital Institutional Review Board.
Sujetos
Para reclutar a los sujetos se enviaron cartas a familias con niños de las edades que se querían estudiar (3 a 5 años) registrados en consultorios pediátricos de la comunidad sin importar si el niño había ido a la clínica recientemente. Para ser elegibles, los niños tenían que pasar algún tiempo delante de la pantalla del televisor cada semana y tener padres de habla inglesa. El estudio incluyó a 565 familias residentes en Seattle, de estas características.
Intervención
El marco teórico de la intervención se fundamenta en la teoría socio-cognitiva y buscó incrementar las expectativas de resultados de los padres y la autoeficacia al elegir opciones televisivas saludables para los niños, con énfasis en el reemplazo de contenido violento o inapropiado para la edad por contenido educacional o prosocial. Los investigadores se centraron en la televisión y los videos porque estos conforman la mayor parte del tiempo pasado frente a una pantalla en niños en edad preescolar. No se intentó reducir el número de horas que se pasaba frente a la pantalla, sino que se enfocaron en el contenido de lo que miraban los niños y en animar comportamientos mediáticos positivos.
La importancia de reducir la exposición a programas violentos de televisión y reemplazarlo necesariamente por una programación educacional/prosocial en el grupo intervenido fue enfatizada en la primera visita, en las cartas, en las llamadas telefónicas y en las guías de programación adaptadas al servicio de cable de cada familia; esto se hacía mensualmente. También se proveían ejemplos de los programas que se consideraban apropiados para la edad y que merecían la pena. A su vez, en la primera visita, se le enseñó a los padres a utilizar el chip V de su televisión si así lo deseaban y cómo establecer zonas para niños en su DVR (para los que poseían uno). Dichas estrategias se volvían a repetir en las cartas.
Instrumento
Los resultados primarios derivaron del Social Competence and Behavior Evaluation (SCBE Evaluación de Competencia Social y Conductual) en su versión para padres. Un instrumento validado con una escala general y subescalas para conducta internalizada, conducta externalizada y competencia social. Puntuaciones altas indican comportamiento más positivo, para los puntajes generales tanto como para las subescalas. Se hipotetizó que la intervención incrementaría el puntaje en la escala general y las 3 subescalas. Los resultados de dicha escala se recolectaron al principio del estudio, a los 6 meses y a los 12 meses.
Resultados
El estudio encontró que la intervención para modificar los hábitos de mirar TV fortaleció la competencia general emocional y social de los niños y que los más beneficiados podrían ser los chicos de familias de bajos recursos. No se observó un aumento en la cantidad de tiempo dedicada a mirar la televisión en el grupo intervenido comparado con el grupo control. Ambos grupos incrementaron el tiempo que pasan mirando la televisión, lo cual podría reflejar el hecho de que los niños miran más televisión cuando van creciendo.
Implicaciones y recomendaciones
Los autores recomiendan utilizar este enfoque en poblaciones vulnerables ya que se sabe que las raíces de la agresión comienza en la infancia, pero pocos estudias se han concentrado en la prevención de agresión preescolar. Los abordajes de prevención de agresión basados en la población para niños en edad preescolar son escasos, escriben los autores, en parte porque es un desafío desplegar un enfoque de alto alcance y con una base amplia fuera del ambiente estructurado que ofrecen las escuelas y guarderías. Este enfoque emprendido por los autores del estudio, al utilizar uno de los medios más populares y aceptados mundialmente, podría tener un impacto importante en materia de salud pública. Los investigadores enfatizan que, si bien la televisión es causante de muchos problemas en los niños, bien utilizada podría ser parte de una solución. Así mismo, recomiendan que los futuros estudios se enfoquen en niños más grandes, especialmente de hogares con bajos ingresos.
Limitaciones del estudio
Los autores nombran cuatro limitaciones que tuvieron al realizar la investigación:
1. Aunque no se les informó a los padres del propósito del estudio, estos pudieron haberlo deducido, y así sesgado los resultados de los reportes. Sin embargo, el período activo de intervención fue de 6 meses y el análisis de los investigadores incluyó datos de hasta 1 año después de esto. Además se encontraron diferencias entre los grupos de estudio en cuanto a exposición a violencia, medido por los diarios de medios codificados. Los padres completaron esto sin saber qué programas los investigadores consideraban violentos. Dado que no habían diferencias intergrupales en cuanto al tiempo total que se pasaba frente a la pantalla, los padres tendrían que haber tergiversado intencionalmente los programas que miran sus hijos (en vez de omitir solo los violentos) lo que parece poco probable
2. La muestra puede no ser representativa de otras comunidades, sin embargo los análisis estratificados revelaron que existen efectos independientemente de los ingresos.
3. Los investigadores se enfocaron en el contenido mediático que se veía en la casa aunque ellos conocían que el 40% de los niños en edad preescolar pasaban tiempo fuera de casa en guarderías u otros lugares donde se los cuidaba y donde miraban 1 o 2 horas adicionales de TV en muchos casos.
4. Por último, dado que los investigadores tuvieron éxito tanto en aumentar el contenido prosocial/educacional como en reducir el contenido violento, no fue posible averiguar si era más importante aumentar el primero o disminuir el segundo.
A pesar de las limitaciones del estudio, los resultados son muy valiosos ya que nos dan una herramienta que podría prevenir la agresión; una herramienta que podemos encontrar en la mayoría de las casas, que es muy utilizada y que muchas veces tiene, y no sin fundamentos, mala reputación. No obstante, si la utilizamos bien, tal vez podamos beneficiarnos mucho de la televisión.
Fotografía: Daniel Catt en Flikr
Fuente: Pediatrics