Pichu se fue ayer a las 19:00, y a los diez minutos ya la echaba de menos.Sí, soy así de ñoña. Rectifico, SOY ASÍ DE MADRE.Confieso, en realidad, este post lleva tiempo pidiendo salir, movido por todas las quejas madrehijiles que inundan últimamente las redes, y si no lo ha hecho antes ha sido porque mis ratos libres ahora en vacaciones, sorprendentemente, son menos. Estos meses estoy más de "madre" aún si cabe, y mi súper rato libre ocurrió hace unos cuantos fines de semana, cuando se casó un gran amigo en Los Madriles. Después de eso, volvemos a la intensidad de la maternidad.Soy MADRE, en primera y última instancia, y sí, soy persona. Es que creo que ambos conceptos se mezclan y se confunden. Quiero decir que una cosa no excluye la otra, y, por tanto, SI SOY MADRE, ES PORQUE PRIMERO SOY PERSONA.Cuando nos convertimos en madres, firmamos un contrato de por vida que implica, entre otras cosas, renunciar a la comodidad en general y al "yo" en primera persona, pero también implica recibir amor en cantidades inimaginables.Éste es el contrato con el que vino Pichu bajo el brazo (no era un pan, no), y que volvió a traer su hermano hace casi dos años:
Como veis, en él nuestro papel no es el de protagonista, ni el de actriz revelación, somos secundarias, eso sí, secundarias de categoría, porque sin nosotras el guión de la maternidad no tendría sentido. La verdad es que, si revisas las cláusulas del contrato sin saber que lo que estás firmando es la maravilla de la maternidad, creo que da hasta miedo. Es como una renuncia a todo tu ser y tu esencia; y sin embargo, no es así, porque LA MATERNIDAD TE REDESCUBRE DE OTRA MANERA. Pero hay que saber mirar y apreciar, y no quedarse sólo en la cubierta.Como ya he dicho, SOY PERSONA. Soy Leonor de nacimiento, Noni desde mi primer segundo de vida, mujer, maestra, amiga y amante de los míos y de la vida, me gusta disfrutar de la belleza de lo simple que nos rodea, en mis ratos propios, cuando nadie me ve, adoro el silencio, la calma y la soledad buscada, y sin embargo: ME ENCANTA SER MADRE, que es todo lo contrario a mucho de lo último que acabo de suscribir. Mis dos tesoros son lo mejor que puede haberme dado esta vida. Muero por sus besos, sus sonrisas y sus bellas caritas durmiendo. Me enamoran a cada segundo y, sí, también me agotan a partes iguales. Ésa es la esencia de la maternidad: es como el enamoramiento primero o como el definitivo, te tiene en vilo a toda hora, agota mentalmente y, en consecuencia, físicamente, y sin embargo, engancha y conquista, pasando a ser imprescindible en tu vida.Así que, como imaginaréis, ESTOY ENAMORADA DE MI MATERNIDAD, lo que no quiere decir que no necesite mi silencio de antaño, mi soledad buscada, mis ratos de "yo, mí, me conmigo". Claro que necesito todo eso, y a veces incluso más. Porque yo también me canso, porque se me agota la paciencia y se va de la mano de la energía a tomar unas cañas, dejándome ambas sola y seca. Porque soy humana y no tengo súper poderes. Peeeero... esto no quiere decir que de mis 24 horas como madre los 365 días al año, me pase 23 horas de cada uno de esos días gritándole al mundo lo cansinos que son mis hijos. No señores, porque no lo son, sólo son niños, como ustedes y yo lo fuimos hace un tiempo, ¿recuerdan? Y tienen las mismas necesidades e inquietudes que todos nosotros: jugar, correr, saltar, bailar, cantar, tocar, hablar, hablar, hablar, preguntar, caerse, mancharse, tirar cosas, sacarnos de quicio...en definitiva, VIVIR por ellos mismos mil y una experiencias y aprender de qué va esto de la vida, esa misma que ellos no han pedido y que, sin embargo, se les ha otorgado porque un buen día, sus papis/mamis, esos que ahora tantísimo se quejan, desearon que tuvieran con tanta fuerza.Como digo, yo también me canso y estallo, y me quejo, y me enfado, y lloro... Vamos, SOY PERSONA, y como tal, expreso mis emociones, cambio de estado de ánimo y siento la necesidad de compartirlo con mis iguales, pero me sigo reconociendo MADRE, con todas y cada una de las letras de la palabra. Es por eso que entiendo poco tanta frase poco graciosa hablando mal a toda hora de la maternidad, de la pesadez de los hijos, de lo bien que se está sin ellos, de descuidos gordos que rozan la irresponsabilidad. Soy consciente de que está muy de moda reivindicar la imperfección de las madres, cosa que defiendo y comparto, porque, efectivamente, no somos perfectas, ya por el simple hecho de que somos humanas. Estoy de acuerdo con los mensajes en tono de humor que hablan de esta imperfección, siempre entendida desde mi modo de ver como NATURALIDAD, sin más. Pero señoras, señores, cuando acuden a la queja permanente en forma de "reniegue" de sus propios retoños, cuando pasan el día conectados a las redes lanzando frases llenas de amargura por ser madres/padres y de arduos deseos constantes de tenerlos lejitos o lamentos por no haberlos dejado más tiempo allá, y presumen sin parar por ver quién lo hace peor que quién... Es cuando yo me pregunto: ¿PARA QUÉ HAN TENIDO HIJOS ENTONCES? ¿Por tradición familiar? ¿Por seguir la estirpe? ¿Por jugar a las muñecas y vestirlos en plan cuqui? ¿Porque se les pasaba el arroz? ¿Por aburrimiento? ¿Por sentirse integrados con sus amigos? ¿Por volver a celebrar los reyes magos? No sé, alguna razón tendrán, porque PARA VIVIRLOS Y QUERERLOS no lo parece. O eso o lanzan mensajes erróneos a la sociedad y así es como lo entendemos el resto. Como diría mi padre: lo poco gusta, lo mucho cansa, y lo demasiado cabrea. Todo es más sencillo, hasta la maternidad y la paternidad, en serio. Todo tiene sus pros y contras (¿verdad, Ara?), sus más y sus menos, sus momentos dulces y sus momentos amargos. Sí, la maternidad también. Y todos ellos, nos guste o no, son vivencias necesarias para madurar, para crecer como familia (si es que esto es lo que queremos, vamos, si no, siempre podemos dedicarnos a los números circenses) y para volverse a enamorar de la vida, a veces, y otras, querer abofetearla. Yo soy persona, repito, y por eso ahora mismo mi corazón se divide entre echar mucho de menos a Pichu, que está con sus tíos y primos no acordándose nada de mí (ironías de la maternidad), y escaparme sola un rato, huyendo de este horrible calor y del monopolio adquirido de Rubiazo, que anda estos días peor que un novio celoso venga a repetir el éxito del verano: "mamiiiiiiiiiiiiii". Pero como digo, todo en su justa medida señores, los extremos y las estridencias no son ni estilosas ni de buen gusto, y además, pasan de moda. Así que, seamos un poquito más consecuentes con lo que elegimos y deseamos, que la vida son dos días, y entre parir y criar se nos ha ido uno enterito. Si dedicamos el otro a renegar de los nuestros y a no disfrutar de lo que tenemos delante... Llegaremos tarde cuando vuelen alto. Y entonces, las quejas, los rechazos y las ganas de independencia serán las suyas, y nos partirán el corazón en mil pedazos. CON M DE MAMÁ y C de CONTRATO MATERNAL