Si algo nos importa a los padres más que nada en el mundo es que nuestros hijos se preparen para la vida y tengan sus propias herramientas para ser felices. Claro está que el concepto de felicidad difiere bastante de unas familias a otras, incluso de una persona de la pareja a otra.
Una de las cuestiones que más nos preocupan a los adultos es que los hijos aprenden a «comportarse» en público, que aprendan a convivir, que tengan reacciones controladas y mesura, maneras educadas y empatía, que controlen su rabia y frustración. Y para ello a menudo recurrimos a estrategias que hemos vivido en nuestra infancia, que hemos visto en otras familias o aprendido en libros. Esas estrategias conllevan la creencia de que todo lo inadecuado mejor es reprimirlo, porque si no nuestros niños no aprenderán y tampoco serán aceptados (y nosotros seremos muy mal vistos también).
Es decir, queremos ser aceptados como progenitores capaces y que nuestros niños también lo sean. Tenemos miedo a ser rechazados o que nuestros hijos lo sufran igualmente. No voy a pararme a contarte cómo llegaste hasta ahí. Solo te voy a decir que aunque reprimir la expresión de ciertas emociones para encajar en tu ambiente, funcione a corto plazo, durante el resto de la vida puede ser el origen de una profunda insatisfacción personal, una salud deficiente y dificultad para encontrar tu camino, ese que te hace disfrutar.
El control emocional, ¿quéeeee?
¿Para qué te hablo de los niños en este post? Para que contemplando cómo reaccionas con ellos entiendas que es así cómo reaccionas en tu día a día… contigo mismo.
A menudo confundimos la educación emocional con el control de las emociones. No se trata tanto de tener tus emociones metidas en un coto y mantenerlas bajo control, se trata de saber qué es lo que estás experimentando, porque esa conciencia es la que te da la libertad de decidir en consecuencia para recuperar tu bienestar.
- Cuando estás con una persona que te trata mal pero quieres mantener la serenidad y ser «educado» puede que estés renunciando a defenderte y alejarte, solo para que no piense no sé qué cosas de ti.
- Cuando estás enojado y lo reprimes entonces la energía queda atrapada en tu interior y las hormonas que generan ese estrés también, con lo que tu cuerpo sufre un daño físico real.
- Cuando estás triste y reprimes la necesidad de llorar, entonces se deprime tu sistema inmune y queda afectado tu sistema respiratorio, además de que todo lo que hagas en las siguientes horas vendrá marcado por el desánimo y la falta de energía.
Si permaneces «desenchufado» de tu sistema emocional entonces repetirás situaciones dañinas para ti, sencillamente porque no tuviste ocasión de captar el daño que te ocasionan y no tuviste opción a tomar una decisión y ACTUAR. Si mantienes siempre bajo control la expresión de tu rabia, tristeza, miedo, frustración…para mantenerla dentro de lo aceptado ¿cuáles creen que pueden ser las consecuencias a corto y medio plazo?
Te propongo un pequeño cambio: a partir de hoy cuando te levantes pregúntate ¿cómo me siento hoy? Y cuando apagues la luz y vayas a dormir pregúntate ¿cómo ha sido mi día hoy, cómo me he sentido. cómo me siento ahora? La consciencia es el primer paso de cualquier cambio y crecimiento interior. Puedes hacer este ejercicio con tus hijos y enseñarles así a cuidarse y cuidar sus emociones.
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