Revista Cultura y Ocio

El convento de “La Santa” en Ávila. Crónica de dos “exclaustraciones”

Por Maria Jose Pérez González @BlogTeresa

El convento de “La Santa” en Ávila. Crónica de dos “exclaustraciones”Daniel de Pablo Maroto, ocd
Convento de La Santa-Ávila

Hay datos en la historia de las órdenes religiosas dignos de permanecer escritos no solo en los archivos sino en los libros de historia para que las generaciones futuras conozcan los avatares sufridos por sus propias familias. Ofrezco a los lectores los tristes sucesos que acontecieron en el convento de “La Santa”, en Ávila, en tiempos lejanos. El tema de la “exclaustración” de las órdenes religiosas en la España del siglo XIX es bien conocido por los historiadores y los lectores medianamente instruidos; pero he encontrado en el archivo del convento de “La Santa” en Ávila dos “crónicas” que narran el momento en el que las autoridades civiles ordenan a los frailes que tienen que abandonar su convento, que ha sido incautado por el Estado. Son documentos que transmiten un grito de dolor silencioso y sangrante que vale la pena seguir oyendo en la materialidad de los textos.

1 – Primera exclaustración del convento de “La Santa” en 1809

Es la menos conocida y de consecuencias menos graves, pero dolorosas para los pacíficos frailes que habitaban el convento en aquella fecha. Durante varios años el convento fue habitado por las tropas de los invasores franceses que lo destinaron a cuartel y hospital. El hábitat conventual sufrió cambios en su arquitectura interna que no hay espacio para el diseño particularizado. El texto de la crónica dice así:

En 26 de agosto del año de 1809 se intimó a esta comunidad el decreto del rey intruso, José I, Napoleón, por el que suprimía y extinguía todas las corporaciones de religiosos al mismo tiempo que se nos intimó se nos concedía el término de quince días para realizarlo. Se nos prohibió, bajo las más terribles amenazas extraer cosa alguna del convento, a no ser lo que cada uno tenía propio suyo con licencia de los prelados, que fue necesario mostrarlo por escrito. El prelado y cualquier otro religioso era responsable con su vida de tan inhumano mandato”. Sigue la referencia a la fiesta de la Transverberación que se celebraba en la iglesia por la comunidad ese mismo día del 26 de agosto y dice que el predicador se entusiasmó y el público comenzó a llorar.

Llegado el día 14 de septiembre en el que se cumplía el término que se nos había prefijado, los religiosos, llenos de angustia y de lágrimas, se despidieron unos de otros. No se puede expresar el tierno afecto de despedirse hasta el Valle de Josafat. Todos toman la bendición del Santísimo Sacramento y pasando enseguida a la capilla donde nació nuestra Santa Fundadora [¡!], y se venera su devotísima imagen, postrados y llenos de lágrimas, reciben su santa bendición. Se abrazan llenos de ternura unos con otros y caminan, por fin, unos a los ejércitos de la nación; y otros a recogerse en casas de sus padres, parientes y amigos”.

 Sigue diciendo que el obispo de la diócesis, Monseñor Gómez de Salazar, [dominico] los acogió con amor a los “regulares”; se comportó como un padre y les proporcionó los medios de subsistencia, colocó a algunos en las parroquias de la diócesis; y, lo más importante, “solicitó y consiguió del Gobierno dejar abierta esta iglesia de nuestra Santa Madre y señaló dos capellanes para su culto, que fueron el Rev. Padre Fr. Fernando de San Juan de la Cruz, y el Rev. Padre Fray Francisco de San Jerónimo, presidente que era de conferencias morales, hermanos carnales. Y el Hno. Ermenegildo de Jesús María, para que fuese pidiese la limosna para el culto de la iglesia”.

Describe después los lugares donde se aposentaron los capellanes, etc.; las demás noticias las considero secundarias en comparación de las anteriores. Y añade que las tropas se asentaron en el convento convertido en “cuartel y hospital”. “derribaron todas las celdas que había en todos los tránsitos, altos y bajos, a excepción que llevo mencionadas” (Cf. Archivo del convento de “La Santa”, Armario 1, B – 2. Libro en que se asientan las determinaciones capitulares, sucesos y cosas memorables… Sin fecha, aunque la 1ª crónica es de 1736, pp. 13-15).

2 – Segunda Exclaustración del convento de “La Santa” en 1836

Mucho más grave y duradera fue la exclaustración de 1836, muy bien diseñada en los libros de historia de España a los que remito. Trascribo la crónica conventual llena de autenticidad y dramatismo:

 “En el día 19 de febrero de 1836 a las 11 de la mañana se personaron en este convento el Señor jefe político Don Domingo Ruiz de la Vega en unión de varios individuos del ayuntamiento de esta ciudad y otros señores de [la] policía y militares. En ocasión que estaba la comunidad en el refectorio [comedor] de cuyo acto salió el R. P. Prior, que lo era Fray Andrés de San José al que le notificaron de orden del Gobierno la supresión de esta comunidad, hallándose actualmente aquí el nuestro Reverendo Padre Provincial, que lo era Fray Ángel de Santa Práxedes. Quedando disuelta desde otro día. Y en los siguientes pasaron a hacer los inventarios de los efectos, alhajas, propiedades y utensilios de todo el convento, los que adjudicaron a beneficio de la nación desposeyéndonos injusta y violentamente de todo”.

“El Señor jefe político y el Ayuntamiento solicitaron permiso del Gobierno para que esta iglesia de la Santa quedase abierta para el culto de la Santa y lo consiguieron designando para el culto tres capellanes y un sacristán que fueron el Reverendo Prior, Fray Andrés de San José, Reverendo Padre presidente de conferencias morales, Fray Alonso de la Paz, Reverendo Padre Bonifacio de los Dolores; estos tres, capellanes. Y para sacristán, el Hermano Fray Andrés de Santa María Magdalena. Todos cuatro nombrados por el Ayuntamiento, como consta del memorial decretado por el Ayuntamiento ordinario tenido el 25 de febrero de 1836 y firmado por el secretario del mismo Ayuntamiento, que lo era el Sr. Don Manuel Gómez y cuya determinación original queda en poder del capellán más anciano, que al presente lo es el que abajo firma y testifica todo lo referido. Y para que conste en lo futuro lo firmamos en esta santa casa de nuestra santa Madre Teresa de Jesús. De Ávila a 28 de enero de1845. Fray Alonso de la Paz, carmelita descalzo”. (cf. Cf. Archivo conventual, Libro de la Sacristía, en que se anotan las cosas y noticias siguientes, Armario 1, B, 4. pp. 29-r y v).

Termino esta referencia a las dos crónicas recordando que, gracias a que el convento y la iglesia de “La Santa” era una referencia a la ya famosa Teresa de Jesús se salvó de la ruina y la supresión de los carmelitas descalzos de la Ciudad, como sucedió con otros conventos como los de los benedictinos, premostratenses, franciscanos, carmelitas calzados y jesuitas. Y permanecieron los franciscanos alcantarinos de San Antonio y los dominicos de Santo Tomás.


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