“ es un sarcasmo cruel afirmar, como hacen los antisistema, que ‘la violencia como medio para resolver conflictos se contradice plenamente con los valores de paz, diálogo y libertad que tienen que ser la base de la educación de los jóvenes’ al tiempo que impones el terrorismo callejero en el barrio de Gracia”
El corredor del esperpento que atraviesa la geografía catalana, de Figueras a Tortosa pasando por Barcelona, es una obra de ingeniería esquizofrénica que inicialmente se atribuye a las CUP pero que ha contado y cuenta con la inestimable colaboración de personajes banales y sectarios como Marta Felip, alcaldesa de Figueras.
El Ayuntamiento de Figueras, encabezado por la alcaldesa de Convergencia Democrática de Catalunya -CDC-, ha emitido un comunicado denunciando que desde las fuerzas armadas se fomenten valores que incitan a la violencia en menores de edad. La acusación viene a cuento de los actos que, con motivo de la celebración del Día de la Fuerzas Armadas, se celebraron en el castillo de San Ferrán y que supuso que, durante dos días, numerosos ciudadanos se acercaran al ejército.
La alcaldesa, por acuerdo del gobierno municipal, ha remitido una carta al Ministerio de Defensa en la que muestra su “preocupación” por el “fomento de valores que incitan a la violencia en menores de edad”. Para esta alcaldesa, que parece anclada en el 1714, explicar a los niños que nuestro ejército reparte alimentos y ayuda humanitaria, que rescata refugiados de las aguas de mares y océanos, que interviene con eficacia ante hechos catastróficos, es fomentar la violencia en los menores. Y como en la capital andan necesitados de la CUP, en provincias necesitan hacer gestos que conecten emocionalmente ambas formaciones. Aunque suponga hacer el ridículo más espantoso.
Porque es un sarcasmo cruel afirmar, como hacen los antisistema, que “la violencia como medio para resolver conflictos se contradice plenamente con los valores de paz, diálogo y libertad que tienen que ser la base de la educación de los jóvenes” al tiempo que impones el terrorismo callejero en el barrio de Gracia; al tiempo que se okupan propiedades ajenas -no las del diputado Salellas-, al tiempo que se agrede a periodistas en la Universidad de Lleida o al tiempo que se amenaza a los medios de comunicación -también a ciudadanos- que cubren informativamente la barbarie catasuna que sufre el popular barrio barcelonés.
La frívola alcaldesa debiera liberarse del Varómetro catalán si realmente está sensibilizada en favor de la transmisión de valores positivos a la infancia y a la sociedad en general. Porque sólo desde ese varómetro sectario se entiende que no se indignara con su compañero de partido y ex alcalde de Barcelona, Xavier Trías, cuando se enteró que ,este había pagado 65.000 € por un año de alquiler del llamado ‘banc expropiat’, cedido gratuítamente a un grupo de okupas. Porque la señora Felip debe saber que en ese mismo barrio de Gracia se encuentra la fundación Nexe dedicada al cuidado de niños con pluridiscapacidades, fundación a la cual el alcalde Trías jamás le ofreció un local para ubicar la escuela. A lo más que llegó fue ofrecer un local en alquiler por el módico precio de unos dos mil euros mensuales, del todo inasumibles por el centro.
¿No le parece, señora Felip, que siendo ustedes correa de transmisión de sus socios parlamentarios, contribuyen a transmitir el mensaje perverso de que sólo a través de acciones violentas se consigue el apoyo de la Administración? Piense también en los niños -los que visitaron el castillo y los de la Fundación-, en sus padres -de unos y de otros- e imagine cómo se sentirán unos y otros. Luego, si puede, pregúntese quién fomenta la violencia.
Por mi parte, espero que el Corredor del esperpento sólo sea una construcción temporal que no llegue a consolidarse como una auténtica y singular estructura de Estado.
José SIMÓN GRACIA
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