El Corredor Vasariano, el más famoso “camino oculto” de Florencia

Arti­culo publicado en el Blog viajero de ReservasdeCoches.com

Un camino para evitar problemas

Florencia, la ciudad de las maravillas del Renacimiento, oculta muchos secretos y pasadizos ocultos en sus magníficos edificios. De estos caminos ocultos, el menos oculto es el Corredor Vasariano, un pasadizo de casi un kilómetro que conecta el Palazzo Vecchio con el Palazzo Pitti, pasando por el Ponte Vecchio, un emblema de la ciudad.

Este corredor fue encargado por Cosimo I de Médici, primer Gran Duque de Toscana, con el objetivo de desplazarse entre su residencia en el Palazzo Vecchio hasta sus oficinas en el Palazzo Pitti, sin mezclarse con la multitud. El motivo fue el temor por su seguridad, ya que en la ciudad tenía numerosos enemigos; obviamente no es ningún pasadizo secreto, ya que estaba a la vista de todos, pero le ahorraba salir a la calle en muchas ocasiones.

El corredor debe su nombre al arquitecto que lo diseñó, Giorgio Vasari, uno de los más famosos artistas renacentistas. El recorrido empieza en el Palazzo Vecchio y atraviesa la planta superior de la Galería de los Uffizzi, pasa por encima de una logia y del Ponte Vecchio y se detiene en la iglesia de Santa Felicita, donde una pequeña ventana permitía a los Médici asistir a la misa sin tener que bajar, para proseguir hasta su final en el Palazzo Pitti.

Su realización supuso un reto importante, ya que debía ser un pasaje continuo a través de los últimos pisos de un sendero de casas, y ello obligó a algunos malabarismos arquitectónicos: las tiendas del Ponte Vecchio, que habían albergado un mercado de carne, fueron sustituidas por orfebrerías para evitarles a los Médici los malos olores; y en un punto concreto, el corredor tuvo que dar una vuelta alrededor de la Torre de los Mannelli, una familia que se negó a echarla abajo.

Actualmente, el Corredor Vasariano alberga una colección de retratos y autorretratos, pero debido a su estrechez sólo puede ser visitado previa reserva en la Galería de los Uffizi. Vale la pena, no tanto por los retratos como por la curiosidad del recorrido.

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Fotografía de Siger en la Wikipedia.

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