Debemos reconocer que en C’s hay una entrega en cuerpo y alma a sus queridos amigos peperos. Eso sí, tratando de disimular, para salvar los muebles, ante algunos de sus electores que se creyeron que eran otra cosa y no el apéndice del Partido Popular.
Han bajado unos cuantos escalones. Desde el no rotundo al PP hasta sentarse en la mesa con ellos ha habido unos cuantos pasos. El No al PP, el No a Rajoy pero quizás con otro candidato, el No en la primera investidura pero la abstención en la segunda y aceptando a Rajoy. El No en la primera pero el Sí en la segunda. Total que sólo quedan dos pasos para la entrega total, y es que el amor tiene estas cosas. El maridaje se producirá cuando digan que Sí a la investidura, Sí a Rajoy y Sí a entrar en un gobierno pepero (esto último todavía lo niegan, con la misma contundencia que negaban antes dar los pasos que han dado).
Y es el que amor tiene eso, se culmina con la unión total, con un apareamiento amoroso que se llamará –siempre en el caso de que el PSOE les ayude, con su abstención—gobierno de coalición. En ese momento, el bueno de Rivera habrá obtenido no sólo un cargo importante, una vicepresidencia, sino también un orgasmo político de primera magnitud. Su objetivo principal se habrá cumplido.
Lástima que fallen otros. Porque aquí, aunque esté mal visto, se necesita como mínimo un ménage a trois, o quizá una orgía de aquí te espero, donde participen otros grupos. Y eso parece lo difícil. Salvo el caso de la canaria Oramas que está a puntito de ceder, los otros posibles protagonistas no están por la labor. El principal, que es el PSOE, sigue diciendo que no con contundencia y parece que será difícil hacerle cambiar.
Y es una pena, una tristeza que podamos ver a ese muchacho joseantoniano, llamado Rivera, triste y sólo de nuevo, sin que su ayuda mamporrera sirva para nada porque el grupo socialista no quiere hacer el menage a trois, o a quatre, o a lo que sea. Obstinación que puede dejar al pobre Rivera, compuesto y sin novia. Y es que este chico está loco por la música, y después de su fallido intento de cópula con el PSOE, tenía que probar suerte con el PP, y parece que tampoco lo tiene fácil. El prostíbulo de Génova sólo le deja entrar por interés, despreciando el amor de Rivera y sus muchachos.
El PP le acepta, le quiere, le corteja y sobre todo, pretende engullírselo, quiere tragárselo y que desaparezca entre sus fauces. Sigue pensando –y no le falta razón— que los votos de C’s eran suyos y tienen que volver, y aunque ahora, que le necesita, le dore la píldora y se deje manosear, sólo lo hace para poder presidir un gobierno cuya finalidad, además de la de seguir con sus corruptelas y sus recortes, será la de zamparse a estos muchachos que hoy se creen los reyes del mambo y que no dejan de ser ratones de laboratorio con los que el PP experimenta su futuro.
En fin, ya veremos cómo termina esto, pero de no conseguir gobernar el PP con sus coleguitas de Ciudadanos, éstos últimos pueden terminar como el rosario de la aurora, desapareciendo tras unos momentos estelares esperados pero fallidos.
Fíjense en el último detalle. Ciudadanos ya no sabe qué más ceder. Todo lo que le pida su enamorado, el PP, está dispuesto a dárselo. De las seis condiciones, una de las importantes, la de la separación de los imputados por corrupción de forma inmediata, resulta que ahora dicen que sólo se refería a los cargos de carácter nacional, o sea diputados y senadores, sin que afecte a las CC.AA. y a los Ayuntamientos. Total, que el PP se ha vuelto a salir con la suya. Así es que los nueve concejales de Valencia y el diputado autonómico de Asturias que están imputados podrán seguir tranquilos y sin tener que largarse. Otra claudicación más, y es que el amor no tiene límites.
Salud y República