Revista Comunicación

el cotidiano trabajo de demolición de la vida marital

Publicado el 14 octubre 2014 por Libretachatarra

el cotidiano trabajo de demolición de la vida marital

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PERDIDA
data: http://www.imdb.com/title/tt2267998
Es una de las más perversas películas de los últimos tiempos. Una exquisita amarga reflexión sobre la vida en pareja, ese delicado mecanismo de demolición que significa convivir, en que se pulen las aristas del otro hasta dejarlo completamente irreconocible. “Perdida” no es sólo un ingenioso thriller. La incógnita es lo de menos. La pregunta “¿qué pasó con Amy Dunne?” puede ser respondida de varias maneras. Y es lo que hace el filme, llevándonos de la nariz por varias posibilidades, hasta llegar a la correcta. Pero lo que interesa es otra cosa: son las sutilezas de varias líneas de interpretación que opera como un hojaldre, capa sobre capa, en una feroz mirada al matrimonio, a los medios y a nuestra pretensión de juzgar la vida y la credibilidad de los otros.
Nick Dunne llega a su casa, el día de su aniversario de bodas, y encuentra una banqueta tirada, una mesa rota y su esposa, Amy, ausente. Ése es el gatillo disparador de “Perdida”. Desde ahí, la película alterna la búsqueda policial de Amy con las lectura de los párrafos del diario personal de Amy Dunne, contando cómo conoció a Nick, cómo se casaron y como se fueron a vivir a Missouri.
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Estructuralmente, esas dos líneas narrativas se refuerzan: cuando más dudas se ciernen sobre la inocencia de Nick respecto a la desaparición de su esposa, la lectura del diario confirma el deterioro progresivo de la pareja, los rasgos violentos que sugieren un final trágico.
La película llega a un punto. Y desde ahí cambia la historia y asistimos a otra narración que muta el significado de todo lo visto hasta entonces. Fuimos manipulados como los personajes: ahora, detrás de la escena, empiezan a verse los movimientos de los titiriteros.
La intriga cambia (de “¿dónde está?” a “¿cómo zafar?”) y con ese cambio, “Perdida” llega a otro nivel. El thriller pasa a un segundo plano y nos preguntamos qué pasa en esa pareja, cómo llegaron a ese punto, en qué momento la destrucción mutua pasó a ser la forma de comunicación elegida.
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“Perdida” baraja varias ideas. Una, la necesidad de transformarse en otra persona para lograr el amor de la persona amada. Una vez conseguido, regresar a lo originario, a la personalidad auténtica, no es otra cosa que una traición. Hay un pacto implícito de ser el que se fingió ser. Recordarle al otro esa obligación es una de las funciones del matrimonio. Herirse mutuamente en forma activa, degradarse y degradar, pulir y formatear, elegir a uno para vivir, no por lo que es sino por lo que puede ser.
Otra idea notable que examina “Perdida” es la predisposición de la opinión pública de juzgar la vida de los otros, sin ningún sustento. Vemos a los protagonistas desfilar por los talk shows, no con el objetivo de alcanzar la verdad, sino de mostrarse creíbles. Se torna de “asesino” a “pobre tipo”. Y los mismos que pedían la pena de muerte, se abrazan con el sospechoso sólo días después. En la comodidad de nuestras poltronas, especulamos sobre la inocencia o no de los extraños. Les hacemos la vida imposible, desde nuestra zona de confort de impunidad.
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Otra idea sobrevuela en la trama de “Perdida”: Nick y Amy se merecen mutuamente. Hay víctimas que no se distinguen de sus victimarios. Son interfuncionales y acoplan sus psicopatías. Así funcionan; así se identifican.
Una iluminación opaca, una paleta de colores pálidos, nos sugieren esa oscuridad en la que se mueven los protagonistas. Más aún: la oscuridad en la que nos movemos día a día.
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Hay otro monumento en “Perdida” además de la dirección de David Fincher y el guión (basado en su novela) de Gillian Flynn: la actuación de Rosamund Pike. Muta como la película; es sutilmente perversa en cada gesto. Y logra provocarnos el escalofrío al pensar que podemos toparnos con mujeres como ella capaces de hacernos creer cualquier cosa que se propongan. Auguramos (deseamos) por lo menos una nominación al Oscar para Pike por esta superlativa interpretación.
Mañana, las mejores frases.

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