E Por Marcelo Gardinetti | diciembre de 2012
Resulta difícil explicar como una ciudad que fue reconocida internacionalmente como “Modelo de Ciudad Higienista” en la exposición internacional de Paris de 1889, que 110 años después se propuso ante la UNESCO, sin éxito, para ser postulada como patrimonio de la Humanidad por la permanencia de su traza y la preservación de sus edificios centenarios, sea recientemente declarada Patrimonio en Peligro, calificación otorgada este año por la WORD MONUMENTS FUND, organización internacional que vela por el patrimonio construido. El informe de la organización hace explicita mención a “Los cambios en la política urbana local, ordenanzas de preservación insuficiente y presiones de desarrollo, que ponen en peligro no sólo edificios importantes, sino también la escala histórica y diseño del paisaje urbano” La historia del despropósito urbano en la ciudad empezó forjarse 80 años atrás, cuando la legislación insuficiente y la especulación inmobiliaria promovieron la edificación en altura y el crecimiento descontrolado de la periferia, generada por las reglas que impuso el mercado inmobiliario, que literalmente “expulso” del casco las clases sociales más bajas y las segregó a una periferia carente de infraestructura urbana. Esta consecuencia perdura en la actualidad, donde pueden apreciarse claramente tres sectores urbanos, coincidentes con la posición socio-económica de sus habitantes: el casco urbano, el corredor en dirección a Buenos Aires y el resto de la sub urbanización. Según los últimos datos estadísticos, el 35% de la población habita el casco urbano y el 65% restante se dispersa en una sub-urbanización heterogénea e ilimitada. Como se contrarrestan estos efectos? Los urbanistas utilizan un término para definir las acciones que evitan este tipo de casos: PLANIFICACION El término en cuestión significa algo más que definir zonas de nomenclaturas diferentes: Exige saber que se quiere, para que se quiere y como hacerlo. Salta a la vista que para los factores de poder, sean económicos o políticos, aliados a los medios de comunicación pública y protegidos por acciones judiciales, no es redituable emprender una acción planificada que dará frutos muchos años después, solo para lograr un irrelevante resultado: mejores condiciones en el hábitat urbano de la comunidad. Es cierto que corregir este desajuste en la totalidad del territorio, requiere de un trabajo constante a lo largo de varias décadas y el compromiso de varias instituciones y actores públicos. Lo insólito es que el casco urbano, que ofrece una estructura que permite poner en funcionamiento mecanismos de planificación con absoluta facilidad, este librado a normas incomprensibles, que plantean el interrogante de saber cual es el interés de la clase política. La liviandad con la que se determinan las alturas máximas de edificación y la periodicidad con que estas se modifican, denotan no menos que una irresponsabilidad. De igual manera, resulta risible la manera en que se ignoran y se contradicen. La Plata, en sus 130 años, cambio normas y criterios de crecimiento de su perfil urbano tantas veces que sería imposible enumerarlas, y peor aún, algunos de estos cambios se suceden dentro de una misma gestión municipal. Un mínimo de cordura debería establecer que la altura de las edificaciones fuera proporcional al ancho de las calles, de manera que permita un ángulo de radiación solar acorde sobre veredas y viviendas. NO, en La Plata la altura la determina la zonificación. Que es eso? Que determina una zonificación? Áreas de distinto valor inmobiliario? Las limitaciones a construir en el corazón de manzana y las exageradas alturas permitidas en las áreas centrales de la ciudad, dan un insólito resultado: los mejores parámetros de incidencia solar, iluminación y ventilación en los edificios están en el contrafrente!!! Cada gestión intenta diferenciarse de la anterior proponiendo en su plataforma electoral liberar ciertas restricciones impuestas para ganar los favores de quienes se sienten perjudicados. Un caso emblemático son los estadios del bosque: las idas y vueltas acontecidas terminaron permitiendo híbridos que no son dignos de la grandeza de las dos instituciones deportivas más prestigiosas de la ciudad. Con excepción de las plausibles acciones emprendidas por la Universidad Nacional de La Plata, reubicando varias de sus facultades para descongestionaban el flujo en el centro de la ciudad, el compromiso de las distintas fuerzas ciudadanas para resolver cuestiones urbanas de fondo, con una visión prospectiva no existe. La ciudad requiere urgentes acuerdos con la administración provincial, generador de un ingreso desmesurado de habitantes desde las distintas ciudades de la provincia, esclavos de la burocracia administrativa, que genera un insostenible movimiento vehicular durante el horario administrativo. Es menester conciliar los intereses de la provincia con la ciudad y replantear la inadecuada ubicación de varias dependencias provinciales, trasladándolas de fácil acceso y egreso desde rutas y autopista, que sólo encontrará un doble beneficio: para los que habitan la ciudad y para los que deben trasladarse a ella por trámites rutinarios. Sería loable, en lugar de pensar en cocheras subterráneas, que se resuelva el motivo que genera la sobrepoblación de autos, también incrementada por la insolvencia de la normativa municipal. Establecer la no obligatoriedad de construir cocheras en lotes de menos de 15 metros de ancho, en una ciudad que tiene un loteo basado en parcelas de 10 metros o de 8,66 metros de ancho, es librar a la buena voluntad de los empresarios la solución del problema del estacionamiento. La consecuencia es previsible: salvo en aquellos edificios de altos estándares de confort y precio, las empresas evitan la construcción de cocheras debido a su alto costo y escaso beneficio. Como agravante del escaso peso de la reglamentación, una empresa inmobiliaria que construye edificios barrocos en el centro de la ciudad, difundió con total impunidad en algunos medios de comunicación, la futura construcción de dos torres ubicadas en dos de las esquinas del cruce de una importante avenida con una calle. Estos edificios estaban unidos por un puente que cruzaba la avenida, ocupando el espacio aéreo, sin que mediara por parte de la administración municipal ninguna comunicación aclaratoria sobre la imposibilidad de usurpar ese espacio público. Parte de la población, entre los que me incluyo, cree que las modificaciones establecidas en el Código de Ordenamiento Urbano, y más específicamente en la determinación de las alturas máximas permitidas, son el resultado de las presiones que ejercen sobre el poder político las fuerzas especulativas del empresariado local. Lo cierto es que tampoco hay elementos que permitan establecer lo contrario. La ciudad se va deshilachando en la suma de pequeños malos gestos, como el achicamiento de ramblas que nadie evita, a excepción de la acción interpuesta por el árbol ubicado en la rambla de avenida 60 entre 11 y 12, que dio motivo a una pésima resolución por parte de las autoridades. También se combate su equilibrada estética, con intervenciones inapropiadas, mala calidad en el equipamiento urbano y un empecinamiento en pintar cordones y arboles de blanco haciéndonos sentir que estamos viviendo dentro de un enorme regimiento militar. En el perfil urbano de la ciudad pueden leerse las distintas gestiones municipales. Atroz. Fotografías: ©Marcelo Gardinetti . Publicado en TECNNE ©Marcelo Gardinetti Portal de Arquitectura, Urbanismo, Arte y diseño Cite: “Marcelo Gardinetti, El COU de La Plata, el daño irreparable, Tecnne” http://goo.gl/iuky6