Diciembre es el último mes del año juliano-gregoriano, y es el más nostálgico y añorado de todos, pues la Navidad y el fin de año hacen algarabía en la cultura occidental-global. Sin embargo, es un personaje el que no puede faltar ni pasar desapercibido, en la tan ansiada Navidad; que aunque se supone es la fiesta del nacimiento de Cristo, no es el festejado el centro de dicha fiesta, o al menos para el mundo capitalista, mas bien es el gordo barbón conocido como Santa Claus.
Pese a lo que muchos piensan, Santa Claus no es san Nicolás de Mira o de Bari, un obispo del siglo IV; sino es producto de la imaginación del aficionado escritor norteamericano Clement Clarke Moore. Esta persona había prometido a sus hijos que como regalo de Navidad (de 1822), les escribiría un poema, así que escribió acerca de un duende que fumaba pipa y que en la noche de Navidad, daba regalos a los niños bienportados, montado en su trineo tirado por renos. Muchos afirman que la tradición de los regalos, se basó en la caridad ofrecida por el obispo Nicolás a una familia de escasos recursos.
Con todo y esto, Moore se basó indirectamente en el santo, ya que algunos años atrás en 1809, el escritor Washington Irving escribió sobre los inmigrantes holandeses (cabe recordar que Estados Unidos nació de las colonias de inmigrantes europeos) y sobre sus tradiciones, entre ellas la de Sinterklaas, es decir, san Nicolás de Bari, patrono de aquellos colonos holandeses; pero Irving deformó el nombre holandés Sinterklaas, por el de Santa Claus, de modo que Moore tomó el nombre y parte de la tradición europea para crear a su personaje.
Aquella Navidad de 1822 Moore no dio más importancia al poema que nombró, Visita de San Nicolás. Pero un vecino suyo, sí lo hizo y lo publicó en el diario de Nueva York, haciéndose famosa dicha obra, y sucesivamente, el personaje de quien hablaba. Su fama se extendió a mediados del siglo XIX a Inglaterra y Francia, a través de tarjetas navideñas, donde se lo nombró como Bonhomme Noël, y de donde viene el otro nombre de Santa Claus: Papá Noel.
Iniciado el siglo XX, la compañía Coca-Cola adquirió los derechos de autor del personaje, y ordenó a lo cambió completamente, desde su ser hasta su ropa, dejó de ser un duende y lo volvió más humano, le cambió sus viejas ropas blancas y doradas de Sinterklaas por el traje actual, ya que el color de la compañía es rojo. Además de eso, lo secularizó, quitándole el rastro de san Nicolás, pues le dio residencia en el Ártico (¿Laponia finlandesa, sueca o Groenlandia?), a pesar de que san Nicolás vivió en la actual Turquía; le dio una esposa (la señora Claus), y cientos de duendecillos siervos suyos que fabrican los juguetes a regalar, así como el grupo de renos mágicos con los que se transporta. Rápidamente la influencia norteamericana y la globalización, llevaron a Santa Claus a todos los rincones del mundo, haciendo popular la fiesta de Navidad, como fiesta de Santa Claus y la espera de regalos dados por él, aun en regiones en donde la Navidad es una fiesta ajena, como en China, donde la gente cree que Navidad festeja el nacimiento de Santa Claus y no el de Jesucristo.
Por tal razón, e independientemente de otros personajes del folclor navideño como la bruja Befana u Olentzero y del origen religioso de la fiesta, se puede decir que la Navidad tiene dos caras, la comercial y la religiosa, pues la Navidad comercial-capitalista le atribuye demasiada fantasía, donde el personaje especial y central es Papá Noel; y el religioso, casi olvidado, pero criticado, que celebra el nacimiento de Jesucristo.