Revista Psicología

El crecimiento personal después de la caída

Por Jjrivero

El crecimiento personal después de la caída.

En el artículo que hoy llevamos a escena nos vamos a centrar en el concepto de crecimiento postraumático el cual, hace referencia al cambio positivo que un individuo experimenta como resultado del proceso de lucha que emprende a partir de la vivencia de un suceso traumático (Calhouny Tedeschi, 1999). Este concepto, aunque está estrechamente relacionado con otros como hardiness o resiliencia no es sinónimo de ellos, ya que, al hablar de crecimiento postraumático no sólo se hace referencia a que el individuo enfrentado a una situación traumática consigue sobrevivir y resistir sin sufrir trastorno alguno, sino que además la experiencia opera en él un cambio positivo que le lleva a una situación mejor respecto a aquella en la que se encontraba antes de ocurrir el suceso (Calhouny Tedeschi, 2000).

Por lo tanto debemos de tener en cuenta que cuando hablamos de crecimiento postraumático nos referimos al cambio positivo que sufre una persona en el proceso de lucha que sucede a partir de un suceso traumático, hay que mencionar que no todas las personas que pasan por una experiencia traumática van a salir fortalecidas y por lo tanto no experimentan crecimiento personal en ella (Park, 1998; Calhouny Tedeschi, 1999).

Las personas nos caracterizamos por ser dueños en mayor o menor medida de esa capacidad de salir adelante reforzados, es decir de ser resilientes. Tanto los niños y los adultos, aprendemos a reponernos de las crisis, a seguir adelante. Desde la cultura popular podemos ver como se refleja muy bien el sentimiento de que sólo hasta cierto punto somos vulnerables y que salvo en casos extremos las personas se recuperan antes o después de sus traumas ya que “la vida continua”, “hay que seguir tirando”, “el mundo no se acaba hoy”, etc. Pero, si es verdad que encontramos diferencias en como afrontamos estos graves problemas, existen personas que poseen un alto grado de resiliencia, parece que es propia, innata, que su temperamento le hace que afronte con muchas expectativas de salir delante de esas situaciones problemáticas, que a veces son vistos como invulnerables a la adversidad, pero también existen otras personas que por diversas causas se entregan a situaciones de estrés cada vez más notables, que acaban en crisis depresivas o enfermedades somáticas. “es como si les faltara herramientas en la caja de herramientas de la vida (Teitelmany Arazi, 2008).

El crecimiento postraumático que pueden experimentar las personas se puede dividir en tres elementos esenciales (Calhouny Tedeschi, 1999; 2000)

Cambios en uno mismo: este sentimiento es común para muchas personas que se enfrentan a una situación traumática, así parece que el aumento de la confianza en las propias capacidades para afrontar cualquier adversidad que pueda ocurrir en nuestras vidas hace menos vulnerable a las personas. De esta manera consiguen hacer frente los sucesos traumáticos, sintiéndose capaz de enfrentarse a cualquier otra cosa. Estos cambios se pueden encontrar en personas que por sus historias de vida, se han visto sometidas a situaciones estrictas y de opresión en el pasado y que han aprendido a contrarrestar las situaciones traumáticas para así poder redireccionar su vida. Estas ideas han sido reforzadas con diversos trabajos de investigación donde se ha visto que las convicciones políticas e ideológicas son el principal factor positivo de resistencia en presos políticos y torturados (Pérez-Sales y Vázquez, 2003).

Estas personas procuran no tomarse las cosas tan a pecho y que así el temor impida hallar las salidas. Y en esto el sentido del humor nos permite tomar distancia de los conflictos. La creatividad, la multiplicación de los intereses personales, los juegos de la imaginación relegan esas causas de alarma a su justo lugar, relativizarlas para no deprimirse.

Cambios en las relaciones interpersonales: muchos se sienten fortalecidas cuando aparecen personas de referencia en su vida, sus relaciones con los otros a raíz de la vivencia de una experiencia traumática. Suele ser común la aparición de pensamientos del tipo "ahora sé quiénes son mis verdaderos amigos y me siento mucho más cerca de ellos que antes". Muchas familias y parejas enfrentadas a situaciones adversas dicen sentirse más unidas que antes del suceso. En un estudio realizado con un grupo de madres cuyos hijos recién nacidos sufrían serios trastornos médicos, se mostró que un 20% de estas mujeres decía sentirse más cerca de sus familiares que antes y que su relación se había fortalecido (Affleck, Tenneny Gershman, 1985). Por otro lado, el haber hecho frente a una experiencia traumática despierta en las personas sentimientos de compasión y empatía hacia el sufrimiento de otras personas y promueve conductas de ayuda.

Son esenciales asimismo las llamadas redes de sostén o de contención, vínculos que enriquecen e impiden que la persona se sienta a la intemperie vital. Amigos, un maestro, una comunidad barrial, los grupos de resiliencia obran como apoyo y estimulo permanentes.

Cambios en la espiritualidad y en la filosofía de vida: Para las personas las experiencias traumáticas nos tienden a mover nuestros esquemas mentales e ideas sobre las que se construye su forma de organizar su vida (Janoff-Bulman, 1992). Cuando la gente pasa por estas experiencias produce cambios en su escala de valores y suele apreciar el valor de cosas que antes obviaba o daba por supuestas.

Para concluir este apartado habría que comentar que el crecimiento postraumático se puede interpretar bajo dos diferentes. En primer lugar, se podría considerar como un resultado, es decir, la persona lleva a cabo una serie de estrategias de afrontamiento que le llevan a encontrar beneficio de su experiencia. En segundo lugar, puede ser entendido como una estrategia en sí misma, es decir, la persona utiliza esta búsqueda de beneficio para afrontar su experiencia, de forma que más que un resultado es un proceso (Park, 1998).


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