Revista Cine
Directores: Leopoldo Torre Nilsson & Leopoldo Torres Ríos
"El crimen de Oribe" es la primera película que padre e hijo dirigieron juntos, seguida de "El hijo del crack", luego de la cual Torre Nilsson comienza a dirigir en solitario y a forjar una filmografía francamente interesante y atractiva. "El crimen de Oribe" es un excelente primer paso; por su parte, concordemos en que "El hijo del crack" fue un desliz que no vale la pena recordar mucho. Oh, bueno, vayamos al grano.
Un periodista conduce por la carretera a través de una profunda oscuridad y el auto se avería. Un médico lo ayuda, al menos, a encontrar refugio en un hotel, en el cual deberá compartir habitación con Oribe, un poeta en busca de inspiración. Pero antes de llegar al hotel, el periodista se encuentra con una misteriosa casa en medio del bosque en la que ocurren situaciones bastante extrañas e insólitas, por así decirlo, razón por la cual, seducido por el halo de incertidumbre que le rodea, decide investigar un poco qué demonios sucede ahí dentro y averiguar el porqué de las conocidas excentricidades del danés que vive ahí con sus hijas. Pero Oribe comparte la misma malsana fascinación por aquella casa y sus habitantes, y esto puede que no traiga nada bueno a futuro...
"El crimen de Oribe" es una excelente película por múltiples razones. La primera de ellas es la agilidad y personalidad de la escritura del guión a cargo de Torre Nilsson (sobre la adaptación hecha por Arturo Cerretani de El perjurio de la nieve, de Adolfo Bioy Casares), quien con tan sólo un par de trazos es capaz de construir personajes tan complejos como llamativos, por no mencionar los impecables diálogos, envueltos en esta singular intriga. La segunda razón es la completa falta de truculencias, con una narración directa al grano que pone énfasis tanto en el suspenso y el denso clima de extrañeza como en la psicología de los personajes, peculiares pero muy bien escritos e interpretados, lo cual nos evita una historia plana, efectista y con gratuitos e inverosímiles giros argumentales; a fin de cuentas todo fluye en "El crimen de Oribe" pues a partir de los elementos dispuestos al inicio, las acciones de los personajes y sus respectivas consecuencias son un fiel reflejo de la ambivalente naturaleza humana. La tercera razón es el sensacional uso de la locura, de lo surreal, de la sinrazón y cómo éstas características dotan al relato de credibilidad y potencia dramática, siendo las únicas capaces de explicar los extraños sucesos, paradójicamente, de darles sentido. Es en realidad un estudio de personajes, de la psicología, de la moral, de lo inasible de éstos, o si no pongan atención a la ilusoria personalidad de Oribe, por mencionar al personaje del título del film. La cuarta razón es que todo lo anterior es narrado mediante una deliciosa y estimulante mezcla de géneros que van desde el cine negro hasta retazos de ciencia ficción y fantasía, de romance y policial, sin por ello comprometer ni un ápice de coherencia interna o de solidez narrativa y estética. La quinta razón es que siempre es fenomenal cuando se consiguen sutiles y humildes reflexiones (nada de aspavientos y grandilocuencias intelectuales) sobre el ser humano y la naturaleza de la realidad en que vivimos a partir de un argumento cuanto menos delirante, y no es poca cosa demostrar plena seguridad en qué historia cuentas y cómo la cuentas cuando ésta es poco convencional. El riesgo y la audacia demostrada en esta película es admirable. Gran film "El crimen de Oribe". No se lo pierdan.
De paso, por alguna razón que se me escapa, les recomiendo los cómics de Carlos Trillo (aquellos dibujados por Domingo Mandrafina y Jordi Bernet son espectaculares, sobre todo "Cosecha verde" -posteriormente retitulada como "La gran patraña"-). Oh, en fin, creo que me esperan grandes placeres con el buen Leopoldo Torre Nilsson. Ahora, a descansar.