Juan Arnau.El cristal Spinoza.
Pre-Textos. Valencia, 2012.
Las traslúcidas manos del judío
labran en la penumbra los cristales
y la tarde que muere es miedo y frío.
(Las tardes a las tardes son iguales.)
Las manos y el espacio de jacinto
que palidece en el confín del Ghetto
casi no existen para el hombre quieto
que está soñando un claro laberinto.
No lo turba la fama, ese reflejo
de sueños en el sueño de otro espejo,
ni el temeroso amor de las doncellas.
Libre de la metáfora y del mito
labra un arduo cristal: el infinito
mapa de Aquel que es todas Sus estrellas.
Dos veces se nombra el cristal en ese memorable soneto de Borges que tiene a Baruj Spinosa como protagonista.
En las dos ocasiones se trata de metáforas del limpio pensamiento y de la transparencia de su sistema filosófico panteísta que recorre Juan Arnau en el espléndido El cristal Spinoza, que publica Pre-Textos en su colección de narrativa contemporánea.
Un libro compuesto -explica Arnau- barajando frases que otros escribieron, fundamentalmente Spinoza, pero también aquellos que lo elogiaron o vituperaron. Son palabras extraídas de su correspondencia, de algunas de sus biografías clásicas y modernas, de documentos de la época como actas notariales o certificados de excomunión.
Y a través de una sucesión de escenas que articulan lo que su autor define como ficción filosófica, se hace un intenso y minucioso recorrido por la vida y el pensamiento de quien a su muerte dejaba el mundo algo más libre y espiritual que como me lo encontré.
Entre la escena teatral, la diapositiva y la secuencia cinematográfica, el lector entra, llevado de la mano del narrador Jan van der Spyck, en una sucesión de imágenes, diálogos y episodios con los que recorre los paisajes holandeses, los canales y las tabernas de Amsterdam, las calles y la penumbra de las sinagogas de La Haya, las tiendas y las callejas del barrio judío, con la prosa potente e impresionista de Juan Arnau.
Las geometrías de la luz o la rosa con cautela son algunos de los ejes de este libro que asciende a una de las cimas de la Filosofía, a la figura de aquel constructor de lentes que se preocupó por la libertad y la verdad, por el mal y la alegría, pensó en la naturaleza, el alma y la materia, escribió sobre la vida y la muerte e hizo de la filosofía un cristal transparente
Porque en Spinoza la filosofía se hace cristal y con ella el mundo, en su infinita complejidad, adquiere una hermosa geometría.
Santos Domínguez